Recientemente se celebró un referéndum en Escocia, país europeo perteneciente al Reino Unido, con el propósito de que sus habitantes decidieran si querían seguir siendo parte de la Corona británica, o bien, constituirse en un país independiente.
El tema tiene trascendencia más allá de las fronteras del Reino Unido porque en no pocos países existen regiones, movimientos con aspiraciones autonómicas o independientistas, que observaban con sumo interés lo que allí estaba ocurriendo. Entre ellos, menciono los casos de Cataluña y el País Vasco en España por ser los más visibles en la actualidad.
Las razones de estas aspiraciones varían según el caso que se trate, pero en general los motivos se centran en dos. Uno de ellos es de las identidades, culturas claramente diferenciadas históricamente y que el tiempo no ha logrado disipar. El otro motivo suele ser de menoscabo, el de sentir que su contribución al desarrollo de la comunidad a la cual se encuentran adscritos, es sustancialmente mayor que los aportes que reciben de ella. La conjunción de los dos motivos es explosiva. En el caso de Escocia, la existencia de recursos petroleros, junto con el fuerte sentimiento de los escoceses de ser muy distintos a los ingleses, está en la raíz de su deseo de valerse por sí mismos y no estar al alero del Reino Unido.
En los comienzos de la batalla electoral, los sondeos indicaban que las corrientes independientistas ganaban el referéndum. Los ingleses, el gobierno inglés, inteligentemente, en vez de buscar subterfugios para impedir el referéndum, optó por encararlo, movilizando todos los argumentos y recursos disponibles, tanto económicos como emocionales, para revertir los resultados que se veían venir. Con el tiempo, a medida que se acercaba la fecha del referéndum, la diferencia se fue estrechando. Es así como finalmente, un 55% de los escoceses optaron por seguir siendo parte del Reino Unido.
Pero para que ganara esta opción, el gobierno británico tuvo que hacer concesiones, prometiendo una fuerte descentralización. En estos días ya se encuentra trabajando en esta dirección por la vía de traspasar competencias, recursos, atribuciones. Mantener a Escocia dentro del Reino Unido no fue gratis para este último, y en ese plano, quienes querían la independencia no tienen por qué considerarse perdedores o sentir que fue un esfuerzo inútil la lucha. Por el contrario, perdiendo, ganaron en relación a lo que tenían.
Curiosamente estos movimientos secesionistas siguen dándose en tiempos de globalización, cuando el mundo se convierte en una aldea global, lo que da cuenta de una reacción orientada a rescatar identidades y culturas que no desean ser absorbidas por corrientes o influjos supranacionales. Signo de que muchas regiones siguen gozando de buena salud y no están disponibles para que arrasen con sus tradiciones, sus lenguas.
Justo por estos meses, el gobierno catalán está llamando a un referéndum para que los habitantes de Cataluña puedan pronunciarse si desean seguir siendo parte de España o no. A diferencia del Reino Unido, en España el gobierno central ha reaccionado oponiéndose frontalmente a la realización de dicho referéndum, invocando su inconstitucionalidad. Me pregunto: ¿qué sentido tiene que un país tenga en su seno una región que no quiere ser parte de él? ¿por qué no se la juega y aprovecha el referéndum para poner sobre la mesa todos los argumentos en favor de la pertenencia de Cataluña a España?
En este plano, no cabe duda que el referéndum escocés dejó en un muy mal pie a España y a todos los países que se resisten a someter a la decisión de los habitantes si quieren que sus respectivas regiones estén subsumida en países que muchos pueden sentir que no es el suyo.
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