Estas líneas están motivadas por la discusión existente en Chile en torno a la reforma educacional y la postura de quienes sostienen que el proyecto gubernamental atenta contra la diversidad de proyectos educacionales y la capacidad de elegir por parte de las personas.
Milton y Rose Friedman escribieron en 1980 un libro titulado Free to Choose (Libre para elegir), en el que expresan su pensamiento defensor del libre mercado. Opositor a la intervención del Estado, estuvo en Chile en 1975, en los inicios de la dictadura del innombrable. Su influencia en las autoridades de entonces es innegable, y se arrastra hasta la fecha entre académicos, políticos y gente común y corriente.
Las razones de su influencia residen en la simpleza de su pensamiento. Asume que la realidad es como las matemáticas, donde 2 más 3 son 5, acá y en la quebrada del ají, y cualquier otra cosa que se diga no son sino voladores de luces. Asume que el Estado es un cacho, que lo que haga lo hace mal. Asume que cada uno debe hacer lo que necesita y/o quiere, que debe tener la capacidad de elegir, y que no tiene porqué existir un ente, un Estado, que decida por nosotros. Y menos, un Estado que se ponga a producir bienes y/o servicios que los privados pueden proveer dado que el Estado tenderá a producir a mayor costo y/o menor calidad, bienes o servicios que los privados.
Al Estado lo relega a una función marginal, de custodio del derecho de propiedad antes que de los derechos de las personas. Que haya venido a Chile en tiempos del innombrable a dar conferencias sobre las mil y una maravillas del libremercado, las mismas que dio posteriormente en China, haciendo abstracción de las barbaridades que se estaban cometiendo –en todos los planos- revela la catadura ético-moral de este personaje y de sus seguidores.
No estamos hablando de los asesinatos cometidos por quienes detentaban el poder y de sus múltiples cómplices pasivos, ni de las desapariciones, ni de los exilios, las torturas, las relegaciones, sino del fortalecimiento del capital en desmedro del factor trabajo, debilitado por una legislación impuesta que facilitó el despido y dificultó el derecho a huelga. Es así como se llega a la situación actual, donde el grueso de los trabajadores carece de trabajos estables, con contratos indefinidos y sin mayor capacidad de negociación de sus remuneraciones ni de sus condiciones laborales.
Cuál es entonces la capacidad para elegir que tienen los chilenos? Esta libertad para elegir está dada por el tamaño del bolsillo, y todos sabemos cuál es este tamaño. Por tanto, esta libertad para elegir está constreñida por bolsillos famélicos. Por ello llama poderosamente la atención que los mismos responsables de haber forzado la reducción del peso del factor trabajo son los mismos que hacen gárgaras con la libertad para elegir.
En síntesis, los que eligen son los de arriba; los de abajo no eligen. Lo peor de todo es que quienes tienen la libertad para elegir, no son los que más trabajan, muy por el contrario.
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