No me refiero a la mordida tal como se entiende en algunos países donde es sinónimo de coima, chantaje, o lo que se paga para obtener algo indebido. Me refiero a la mordida de Suarez, jugador uruguayo, o supuesta mordida como algunos prefieren catalogar, que tuvo lugar en el marco del campeonato mundial que se está desarrollando en Brasil.
Las imágenes televisivas, en este plano, son lapidarias, al igual que con los errores arbitrales. Difícilmente alcanzan a engañar.
La mordida está en boca de todos por los más diversos factores: por darse en un campeonato del mundo; por la relevancia del partido, dado que estaba comprometida la clasificación de los equipos en juego, ambos excampeones del mundo; por tratarse de la tercera mordida del mismo jugador.
Se podrá explicar, pero no justificar. Por más provocaciones a las que se haya visto afectado el jugador; por más que el futbol sea de meta y ponga y sin llorar; por más que se invoquen casos peores que hayan sido pasados por alto. Ningún jugador, por más importante que sea, por bueno que sea, está habilitado para morder, dentro y fuera del campo de juego. Por el contrario, a los buenos jugadores, como es el caso de Suárez, se les exige más. Son en cierto sentido, jugadores modelo, más allá del campo de juego.
La FIFA no lo pensó dos veces, e impuso rápidamente sanciones draconianas, aunque no tanto. Temía que lo inhabilitaran de por vida para jugar profesionalmente. Se le da una nueva oportunidad. Durante los meses que no podrá jugar ni concurrir a estadios, debe aprovechar de someterse a un tratamiento orientado a regular, controlar su descontrol en determinados casos.
Es cierto que las autoridades de la FIFA, con su historial no santo, sembrado de sobornos y corrupción, no son las más apropiadas para andar adoptando decisiones de esta índole, pero ello no disminuye la gravedad de la mordida.
Quienes defienden y/o justifican la conducta de Suárez, desde el propio Pepe Mujica, el presidente uruguayo, le hacen un flaco favor. Si queremos tener de vuelta a Suárez en las canchas, se tiene que asumir la necesidad de rehabilitarlo a través una terapia que le permita superar el duro trance en que se encuentra.
Rodolfo, tienes el don de escribir en simple lo que todos dicen, pero resumiendo los comentarios de muchos de los que nos interesa la actualidad.
ResponderBorrarMuchas gracias por eso.