Así como existe una derecha atrasada, de la que ya escribí la semana pasada, que siempre anda desfasada, a la vuelta de la rueda, en la izquierda también existe aquella que continúa defendiendo lo indefendible. En ambos casos, cuesta que les caiga la teja, y cuando les cae, suele ser a destiempo, por oportunismo antes que por convicciones.
Por suerte, en el caso de la izquierda, la mayoría ha asumido la caída de los socialismos reales en un proceso de autocrítica tardío, y por ello más doloroso. Pero existe una minoría, que parece seguir creyendo en dictaduras del proletariado, luchas de clases, que concibe a las religiones como el opio del pueblo, y que santifica la propiedad estatal de los medios de producción, de comunicación y de cuantos medios se les pongan por delante.
Esa minoría delirante aún sigue creyendo en las bondades del régimen imperante en Corea del Norte o en Cuba misma. En el caso de este último país, amparado en el boicot del imperialismo norteamericano, en las virtudes de su sistema de salud y educacional. Se resisten a reconocer que quienes allí viven, la están pasando muy mal y que los regímenes de partidos únicos, de concentración del poder político, tienen sus días contados, aún cuando esos días se transformen en años y décadas.
Resulta penoso constatar que a más de 50 años de la revolución cubana, no hayan podido resolver el tema de la sucesión, y que Fidel haya tenido que ser reemplazado por su hermano. Más penoso aún es constatar que después de haber sido el patio trasero de Estados Unidos hasta la llegada de Fidel, lo más probable, que el sacrificio de generaciones de cubanos haya sido en vano.
Una izquierda dispuesta a sacrificar generaciones por un futuro, una quimera, en la que ya nadie cree. Resulta espeluznante ver cómo la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética mostró la podredumbre de un sistema regentado por un partido, el comunista, cuyos militantes terminaron haciendo lo mismo que hicieron los prohombres de Pinochet: comprar a precio de huevo empresas estatales quebradas por ellos mismos. Estos insignes prohombres, forman parte de ese 0,1% de la población que se escandaliza por una tibia reforma tributaria, así como en las repúblicas que conformaron la Unión Soviética reinan nuevos multimillonarios excomunistas. La corrupción en todo su esplendor.
Esta izquierda atrasada es la que en Venezuela sigue respaldando un proceso bolivariano que está condenado por corrupción de sus propias FFAA. Un destino predecible cuando tienen chipe libre, cuando concentran el grueso del poder, sea éste de carácter político o económico.
A esos sectores, harta falta les hace tener “open mind”, mente abierta, ser capaz de reconocer y asumir las debilidades propias, para actuar en consecuencia.
Por suerte esta izquierda atrasada es minoría dentro de la izquierda, a diferencia de la derecha atrasada, donde ella domina el escenario.
Por suerte esta izquierda atrasada es minoría dentro de la izquierda, a diferencia de la derecha atrasada, donde ella domina el escenario.
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