El senador y presidente del PPD, Jaime Quintana, actual vocero de la Nueva Mayoría, coalición ganadora de las últimas elecciones presidenciales y parlamentarias, dijo sin pelos en la lengua: “No vamos a pasar la aplanadora, sino a poner una retroexcavadora. Hay que destruir los cimientos del modelo neoliberal”. Con su expresión, hizo arder Troya en todas las direcciones, tanto en la derecha como en la Nueva Mayoría.
No es para menos. La afirmación se enmarca en la reacción por el retiro desde el palacio de la moneda de los últimos proyectos remitidos por Piñera que apuntaban a subsanar deficiencias del modelo educacional. En palabras de Camila, en el año 2011, a “podar el arbolito“ antes que a “cambiar el arbolito“.
Todo el mundo sabe que Michelle ganó porque uno de sus caballitos de batalla fue justamente este. Ganó porque la visión mayoritaria que tiene el país de la educación no es la de un bien/servicio de consumo más, que se transa en el mercado al mejor postor; ganó porque el país no quiere más aspirinas ni cambios cosméticos que han exacerbado la discriminación y la segregación. Ganó en rechazo a un modelo educacional impuesto en dictadura y perpetuado gracias a los cerrojos impuestos por la derecha y la complicidad de no pocos sectores de la propia Nueva Mayoría.
Por tanto, la expresión de Quintana no hace sino reflejar lo que debe hacerse. Pero como siempre ocurre en estos casos, el acento se pone en la forma, en el lenguaje, antes que en el fondo, sobre todo en un país que gusta de eufemismos. Por años se habló de pronunciamiento en vez de golpe de estado; de régimen autoritario en lugar de dictadura. Lo mismo podía haberse dicho con mayor suavidad, poniéndose énfasis en la construcción de un nuevo modelo educacional antes que en la destrucción del modelo existente.
Como bien lo ha afirmado el propio gobierno, no se trata de aplicar aplanadoras ni retroexcavadoras, sino que de levantar los obstáculos que impiden avanzar hacia un modelo de educación capaz de generar ciudadanos responsables, críticos, capaces de desenvolverse en un mundo cada vez más complejo. Y que esta educación no dependa del dinero disponible en el bolsillo de cada familia.
Todo esto se da en los inicios de un gobierno cuya responsabilidad para dar un gran salto adelante es enorme, tanto en el ámbito educacional como constitucional. Al término de este gobierno se aspira que se hayan sentado las bases tanto para un nuevo modelo educacional como constitucional que deje atrás los que nos impuso la dictadura y que la ciudadanía ha rechazado una y otra vez en las distintas contiendas electorales a las que ha sido convocada.
Si la derecha se allanara a los cambios que la mayoría demanda, no se requerirían ni aplanadoras ni retroexcavadoras. Sin duda que la expresión es fuerte, pero que se vengan a escandalizar, poniendo el grito en el cielo quienes fueron cómplices activos o pasivos de las barbaridades de la dictadura, es como mucho.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario