Si bien el inicio de la semana estuvo marcado por los resultados de las elecciones y sus consecuencias, la guinda de la torta la puso un senador de RN al cruzar la frontera y sostener una reunión, de carácter público, con la abanderada presidencial de la Nueva Mayoría (NM).
A poco andar, la alegría de la derecha por haber logrado llegar a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales, se vio opacada por los pobres resultados en las elecciones parlamentarias. Si bien la NM no arrasó, como se temía, cuenta con un buen piso para acometer algunas de las transformaciones a las que aspira.
Por otra parte, cuando la derecha se sentó a analizar los resultados, pudo constatar que se está ante una misión imposible: remontar los más de 20 puntos que separan a Evelyn de Michelle. Con un 46%, Michelle está a 4 puntos de ser presidenta electa, en tanto que Evelyn está a 25 puntos. Los candidatos que quedaron a la vera del camino hacia la presidencia sumaron un 29%, de los cuales dos candidatos, Parisi y Marco, concentraron del orden del 21%.
Por tanto, a Michelle le basta capturar un 4% del total de los votos de estos candidatos, en tanto que Evelyn necesita un 25%. Esto significa que de cada 100 votos que en la primera vuelta fueron para los otros candidatos, Michelle solo necesita 14 de ellos para ganar, mientras que Evelyn necesita a lo menos 86 de esos 100 votos. Cabe destacar que estos 100 votos fueron a candidatos cuyas posturas son mucho más lejanas a la visión de país que tiene Evelyn, y más cercanas a las de Michelle.
Un escenario que me atrevo a bosquejar, y que no creo que pueda ser catalogado de optimista ni pesimista, sería el siguiente: quienes votaron por Michelle y Evelyn en la primera vuelta, volverán a hacerlo por las mismas candidatas; quienes votaron por los otros candidatos, que ahora lo hagan en partes iguales por una u otra candidata, esto es que se distribuyan equitativamente; y que quienes no votaron en la primera vuelta, tampoco lo hagan en esta segunda vuelta. Bajo este escenario gana Michelle con un 60%, quedando Evelyn con un 40%. Incluso puede ser peor, porque si dos de cada tres que votaron por los otros candidatos vota ahora por Michelle, el resultado puede llegar a ser de 65% versus 35%. Igual de lapidario sería el resultado si quienes no votaron por Michelle ni por Evelyn, se quedan en la casa y no votan en la segunda vuelta.
En este contexto, un análisis desapasionado de los resultados de la elección, debiera haber invitado a Evelyn a deponer su candidatura, reconociendo los más de 20 puntos que la distancian de Michelle. Por algo, en otros países la segunda vuelta está condicionada no solo a tener más del 50% de los votos, sino a que la diferencia entre el primero y el segundo sea de menos de 20 puntos, y de esta forma evitar el desgaste de una segunda vuelta con un resultado más que predecible.
La reacción de los personeros más centrados de la derecha, lo confirman. Tanto Ossandón como Allamand se fueron de vacaciones, en tanto que Horvath se está allanando a conversar con Michelle.
Ahora, la derecha arriesga una derrota de proporciones, mayor a la que ya experimentó el domingo pasado. Mal que mal, mientras más alta sea lo votación que obtenga la candidata que emerja como presidenta electa el próximo 15 de diciembre, mayor será el voto de confianza que la ciudadanía le otorgue para implementar su programa, y más inhibidos se verán los parlamentarios recientemente electos para obstaculizar su cumplimiento.
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