Reelecciones indefinidas
Algunos países, mejor dicho gobernantes, parecieran concentrar sus esfuerzos y energías en perpetuarse antes que en gobernar propiamente tal. Las razones varían según la ocasión. Algunos le toman el gustito al poder, a otros se les hace poco un único período presidencial otros se escudan en embargos, bloqueos y demases. Y nosotros, por lo general les damos el gustito. Quienes se quieren repetir el plato una y otra vez, mal disimulan sus apetitos insaciables. Personalmente, os confieso, desconfío de todos ellos.
No pretendo con ello afirmar que allí donde la reelección no es posible, o está acotada, las cosas se dan de maravilla. O que en esos países podamos hablar de la existencia de una democracia. Para que ella exista deben darse ciertas condiciones mínimas. Por lo general, si nos ponemos una mano en el corazón, ellas no se dan. Sin embargo convengamos que en algunos lugares estas condiciones se dan más que en otras. A modo de ejemplo, es importante que periódicamente el pueblo –o como se dice ahora, la gente- tenga la posibilidad de pronunciarse respecto de sus autoridades. Pero que estas tengan la posibilidad de ser elegidos una y otra vez me hace ariscar la nariz porque o son autoridades excepcionales, o nos las están viendo una y otra vez manipulando el poder de que disponen, ya sea el político y/o el de los medios de comunicación.
No es necesario que siempre sea el mismo nombre. A veces pueden recurrir a delfines o títeres manteniendo las riendas del poder. Por ejemplo, algunos recurren a sus esposas, otros a sus hijos. No es raro que existan verdaderas dinastías familiares, mal que mal la familia política no se caracteriza por ser muy abierta, al igual que la familia militar, donde los apellidos se repiten una y otra vez.
En América Latina no son pocos los que han caído en la tentación, algunos mas disimuladamente que otros. En Argentina la reelección no era posible, pero Menem impulsó sin disimulo alguno su propia reelección. Y así lo hizo. Lula tampoco se aguantó, seguramente acicateado por sus colaboradores inmediatos con el argumento de darle continuidad al accionar gubernamental. Al igual que Uribe con la cantinela del combate al terrorismo. Aunque para ello deban apelar a cambios constitucionales, revocaciones, referéndums, convocatorias. Así como antes recurrían a pronunciamientos como eufemísticamente tendían a tildar a los vulgos golpes militares las oligarquías criollas, rancias o no.
En la actualidad lo importante es levantar las restricciones que limitan el período y las atribuciones para gobernar. El tiempo y las atribuciones disponibles se les hace poco. Siempre más y más. Son insaciables. Excusas no faltarán nunca, las que por lo general giran en torno a la necesidad de enfrentar un enemigo externo o interno, los que suelen calificarse como terroristas. Para unos –Fidel y Chávez entre otros-, los caballitos de batalla son los yanquis y sus representantes burgueses enquistados en nuestras sociedades; para otros, sobretodo los militares de corte fascista –Videla en Argentina, el Goyo Alvarez en Uruguay y el “innombrable” en Chile-, el marxismo leninismo internacional que amenazaba comerse las guaguas.
Algunos países, mejor dicho gobernantes, parecieran concentrar sus esfuerzos y energías en perpetuarse antes que en gobernar propiamente tal. Las razones varían según la ocasión. Algunos le toman el gustito al poder, a otros se les hace poco un único período presidencial otros se escudan en embargos, bloqueos y demases. Y nosotros, por lo general les damos el gustito. Quienes se quieren repetir el plato una y otra vez, mal disimulan sus apetitos insaciables. Personalmente, os confieso, desconfío de todos ellos.
No pretendo con ello afirmar que allí donde la reelección no es posible, o está acotada, las cosas se dan de maravilla. O que en esos países podamos hablar de la existencia de una democracia. Para que ella exista deben darse ciertas condiciones mínimas. Por lo general, si nos ponemos una mano en el corazón, ellas no se dan. Sin embargo convengamos que en algunos lugares estas condiciones se dan más que en otras. A modo de ejemplo, es importante que periódicamente el pueblo –o como se dice ahora, la gente- tenga la posibilidad de pronunciarse respecto de sus autoridades. Pero que estas tengan la posibilidad de ser elegidos una y otra vez me hace ariscar la nariz porque o son autoridades excepcionales, o nos las están viendo una y otra vez manipulando el poder de que disponen, ya sea el político y/o el de los medios de comunicación.
No es necesario que siempre sea el mismo nombre. A veces pueden recurrir a delfines o títeres manteniendo las riendas del poder. Por ejemplo, algunos recurren a sus esposas, otros a sus hijos. No es raro que existan verdaderas dinastías familiares, mal que mal la familia política no se caracteriza por ser muy abierta, al igual que la familia militar, donde los apellidos se repiten una y otra vez.
En América Latina no son pocos los que han caído en la tentación, algunos mas disimuladamente que otros. En Argentina la reelección no era posible, pero Menem impulsó sin disimulo alguno su propia reelección. Y así lo hizo. Lula tampoco se aguantó, seguramente acicateado por sus colaboradores inmediatos con el argumento de darle continuidad al accionar gubernamental. Al igual que Uribe con la cantinela del combate al terrorismo. Aunque para ello deban apelar a cambios constitucionales, revocaciones, referéndums, convocatorias. Así como antes recurrían a pronunciamientos como eufemísticamente tendían a tildar a los vulgos golpes militares las oligarquías criollas, rancias o no.
En la actualidad lo importante es levantar las restricciones que limitan el período y las atribuciones para gobernar. El tiempo y las atribuciones disponibles se les hace poco. Siempre más y más. Son insaciables. Excusas no faltarán nunca, las que por lo general giran en torno a la necesidad de enfrentar un enemigo externo o interno, los que suelen calificarse como terroristas. Para unos –Fidel y Chávez entre otros-, los caballitos de batalla son los yanquis y sus representantes burgueses enquistados en nuestras sociedades; para otros, sobretodo los militares de corte fascista –Videla en Argentina, el Goyo Alvarez en Uruguay y el “innombrable” en Chile-, el marxismo leninismo internacional que amenazaba comerse las guaguas.
Totalmente de acuerdo: la repetición indefinida lleva, entre otras cosas, a no centrar los esfuerzos en un buen gobierno,sino en la reelección. Y al mal uso de los fondos públicos con tal objeto.
ResponderBorrarEn Chile, me parece bien que no pueda ré-elegirse presidente 8aunque no me gusta el corto período de 4 años).Pero debería limitarse y ¡YA! la re-elección de senadores,diputados y alcaldes. Cuando más, re-elección por un solo período.