La caja de Pandora
El cuadro político chileno actual está de miedo. En la Concertación saltan chispas a raíz del descubrimiento del PPD y el PRSD que con dos listas en la elección municipal de concejales la Concertación sacaría más votos. Esta genial ocurrencia a casi 20 años de las primeras elecciones posdictadura ha sorprendido a no pocos. Si bien la decisión parece tomada, son pocos los que se la toman en serio, porque los fundamentos dados a conocer no parecen creíbles. Teóricamente se puede pensar que dos listas pueden sumar mas votos que yendo en una única lista, pero el cuadro hay que verlo en su conjunto, sobretodo por sus secuelas en la elección de alcaldes, o en las parlamentarias y presidenciales que siguen es como creer en el viejo pascuero. En una de esas por querer ganarse los premios gorditos, se pierde el premio mayor, las alcaldías en el corto plazo, y las parlamentarias junto a la presidencial en el mediano plazo.
En todo caso este no es sino un botón de muestra de la pérdida de la brújula en que ha caído no solo la Concertación, sino que la Alianza por Chile al igual que el resto de las fuerzas políticas. A modo de ejemplo, por la alcaldía de Santiago, la Alianza, ante la carencia de un candidato de peso para enfrentar a la Concertación, levanta la opción de Schaulsohn, quien hace no más de 4 años fuera el candidato de la Concertación. En al menos los últimos 40 años no se había visto caso similar de travestismo político. Y las ganas de Schaulsohn son tales que se manifiesta disponible. Esto a su vez genera el desconcierto, y descontento por cierto, en la propia derecha, dado que ChilePrimero, movimiento del cual Schaulsohn es su secretario general, afirma que en las próximas elecciones apoyará a los “mejores” candidatos no importando si son comunistas o no. Eso ha abierto un flanco en la propia derecha cuyos simpatizantes se horrorizan con pensar en votar por quien hasta no hace poco era uno de sus adversarios, y que mas encima lidera una fuerza política que está dispuesta a apoyar a algunos candidatos comunistas.
Lo curioso es que hace 4 años el PPD bajó un alto número de candidatos a alcaldes por llevar a Schaulsohn como candidato por Santiago, sacrificio que le costó caro porque se quedó sin pan ni pedazo, y que es lo que explica el conejo que con los radicales acaba de sacar del sombrero: las dos listas a concejales.
En este cuadro la Alianza debería estar sobándose a dos manos ante el espectáculo que le ofrece la Concertación. Sin embargo en sus filas el despelote no es menor, tanto por las investigaciones que están en curso por irregularidades en municipios encabezados por alcaldes “emblemáticos” de la UDI, uno de los cuales ya renunció a la UDI, como por los desmarques de Lavín y la acusación que le formulara el senador Arancibia de sus mismas filas. Todo esto es lo que ha llevado a Hernán Larraín a desistirse de repostular a la presidencia de la UDI.
Si a esto agregamos el vía crucis que está viviendo la democracia cristiana, podemos asegurar que tenemos espectáculo para rato. Para contextualizar lo descrito, esto ocurre en un país donde el 20% de la población de más altos ingresos concentra más del 50% del ingreso total del país, en tanto que el 20% más pobre captura menos del 6% de dicho ingreso.
El cuadro político chileno actual está de miedo. En la Concertación saltan chispas a raíz del descubrimiento del PPD y el PRSD que con dos listas en la elección municipal de concejales la Concertación sacaría más votos. Esta genial ocurrencia a casi 20 años de las primeras elecciones posdictadura ha sorprendido a no pocos. Si bien la decisión parece tomada, son pocos los que se la toman en serio, porque los fundamentos dados a conocer no parecen creíbles. Teóricamente se puede pensar que dos listas pueden sumar mas votos que yendo en una única lista, pero el cuadro hay que verlo en su conjunto, sobretodo por sus secuelas en la elección de alcaldes, o en las parlamentarias y presidenciales que siguen es como creer en el viejo pascuero. En una de esas por querer ganarse los premios gorditos, se pierde el premio mayor, las alcaldías en el corto plazo, y las parlamentarias junto a la presidencial en el mediano plazo.
En todo caso este no es sino un botón de muestra de la pérdida de la brújula en que ha caído no solo la Concertación, sino que la Alianza por Chile al igual que el resto de las fuerzas políticas. A modo de ejemplo, por la alcaldía de Santiago, la Alianza, ante la carencia de un candidato de peso para enfrentar a la Concertación, levanta la opción de Schaulsohn, quien hace no más de 4 años fuera el candidato de la Concertación. En al menos los últimos 40 años no se había visto caso similar de travestismo político. Y las ganas de Schaulsohn son tales que se manifiesta disponible. Esto a su vez genera el desconcierto, y descontento por cierto, en la propia derecha, dado que ChilePrimero, movimiento del cual Schaulsohn es su secretario general, afirma que en las próximas elecciones apoyará a los “mejores” candidatos no importando si son comunistas o no. Eso ha abierto un flanco en la propia derecha cuyos simpatizantes se horrorizan con pensar en votar por quien hasta no hace poco era uno de sus adversarios, y que mas encima lidera una fuerza política que está dispuesta a apoyar a algunos candidatos comunistas.
Lo curioso es que hace 4 años el PPD bajó un alto número de candidatos a alcaldes por llevar a Schaulsohn como candidato por Santiago, sacrificio que le costó caro porque se quedó sin pan ni pedazo, y que es lo que explica el conejo que con los radicales acaba de sacar del sombrero: las dos listas a concejales.
En este cuadro la Alianza debería estar sobándose a dos manos ante el espectáculo que le ofrece la Concertación. Sin embargo en sus filas el despelote no es menor, tanto por las investigaciones que están en curso por irregularidades en municipios encabezados por alcaldes “emblemáticos” de la UDI, uno de los cuales ya renunció a la UDI, como por los desmarques de Lavín y la acusación que le formulara el senador Arancibia de sus mismas filas. Todo esto es lo que ha llevado a Hernán Larraín a desistirse de repostular a la presidencia de la UDI.
Si a esto agregamos el vía crucis que está viviendo la democracia cristiana, podemos asegurar que tenemos espectáculo para rato. Para contextualizar lo descrito, esto ocurre en un país donde el 20% de la población de más altos ingresos concentra más del 50% del ingreso total del país, en tanto que el 20% más pobre captura menos del 6% de dicho ingreso.
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