mayo 16, 2008

Para agarrarse la cabeza

Debo confesar que hay realidades a la vista que no alcanzo a comprender. Por ejemplo, el tiempo que muchas veces ocupa la reparación, ampliación o construcción de calles o avenidas. En Talca tenemos el caso de la prolongación de la Alameda que ya lleva meses interminables sin que se sepa a ciencia cierta cuál es la razón ni quienes son los responsables. Los perjuicios que ocasiona esta demora son cuantiosos, empezando por los locatarios del mercado CREA y del comercio aledaño. Presumo que sus ventas han bajado ostensiblemente. Si estuviesen organizados sospecho que ya habrían interpuesto una demanda contra quienes resulten responsables. Esto se repite con la ampliación del cruce sobre la panamericana.

Otra pildorita está dada por la remodelación de plazas. No hace mucho se remodeló la plaza de armas de Talca. Si bien requería reparaciones, dudo que ellas merecieran una remodelación cuyo costo desconozco. Y a propósito de plazas, pareciera que la orden es remodelar las plazas a como dé lugar, sin importar si lo requieren o no, ni su costo. Total, pareciera que hay plata para tirar por la ventana y que hay que gastar como sea. Hay una plaza que está siendo remodelada y que casi nadie ha ocupado en el pasado ni veo que se ocupe en el futuro.

Estos fenómenos me hacen pensar en la tragedia que nos embarga: no sabemos qué hacer con los recursos cuando disponemos de ellos aún cuando nuestros niveles de pobreza son alarmantes. Digo tragedia por lo que revela: que nuestro problema no es la carencia de recursos financieros, porque cuando los tenemos no sabemos qué hacer con ellos e inventamos cualquier cosa para ocuparlos. Pareciera que nuestro problema es más profundo: una enorme incapacidad para concebir, diseñar e implementar proyectos que aborden las verdaderas necesidades insatisfechas de corto, mediano y largo plazo. Este es el drama que visualizo.

Y los responsables de ello no son los otros: están entre nosotros. Son tanto los dirigentes como los profesionales y los ciudadanos. Los primeros y los segundos porque no abren las compuertas a la participación ciudadana, y los ciudadanos porque no exigen la apertura de dichas compuertas, porque no reclaman, no ponen el grito en el cielo, porque no ejercen sus derechos ciudadanos; por el contrario, callan, muerden en silencio su rabia dejando pasar uno y otro gol.

Si los ciudadanos no exigimos, difícilmente lograremos un cambio en el comportamiento del resto de los actores, y seguiremos agarrándonos la cabeza viendo una barbaridad tras otra.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario