Chile al desnudo
Con una periodicidad alarmante, el país se ve confrontado ante la adversidad. Estando aún en pleno apogeo la erupción del volcán de Chaitén que obligó a todas las familias a abandonar sus hogares, la zona centro-sur, imprevistamente ve desatar temporales de lluvia y viento de una intensidad poco habitual. Acompañados de un explosivo incremento en el caudal de los ríos como consecuencia de las precipitaciones que se han estado registrando en la cordillera, están provocando anegaciones, junto con la ruptura de la carretera panamericana, ocasionando miles de damnificados.
Este escenario ya se está tornando habitual. Hoy son las inundaciones, ayer las erupciones, anteayer los terremotos o las sequías. Una realidad agudizada como consecuencia del cambio climático, de una falta de previsión nuestra como país, o simplemente, de la fuerza de la naturaleza.
Escenario que invita a reflexionar en torno a nuestra vulnerabilidad a pesar de los avances científico-tecnológicos de los que tanto nos vanagloriamos, pero que son insignificantes al lado de las fuerzas de la naturaleza.
El progreso tecnológico es el que permitió proveer de información confiable al gobierno para evacuar a la población de Chaitén antes que fuese inundado por el lodo, pero no logró predecir la erupción del volcán. Tampoco permitió pronosticar que el año vendría como vendría, sino que por el contrario, se temía que este fuese un año seco.
Quienes más sufren las consecuencias de estos desastres son los mas pobres. Son los más vulnerables, ya sea porque se encuentran localizados en las zonas más susceptibles de inundarse, ya sea porque sus viviendas son de mala calidad, ya sea porque no disponen de los recursos para defenderse de los azotes que la naturaleza periódicamente les propina. Lo que el gobierno pueda otorgarles no son sino aspirinas en relación a la inmensidad del infortunio.
Las consecuencias de estos desastres nos desnudan, delatan la precariedad de nuestro desarrollo, o la solidez de nuestro subdesarrollo.
Bienvenida la solidaridad que estos hechos generan en la sociedad entera. Bueno sería que esta solidaridad trascendiera estos momentos duros y difíciles, haciéndose permanente por la vía de un gran pacto social conducente a erradicar la pobreza –por la vía de un incremento en la eficiencia del gasto fiscal y un aumento impositivo-, junto con enfatizar, entre otras acciones, la necesidad de construir mejores viviendas, canalizar adecuadamente las aguas lluvias, mantener despejados los cauces de los ríos y canales, no tirar desechos en ellos, evitar la localización poblacional en sectores no habilitados para estos efectos.
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