Hoy es Navidad
En una noche como hoy, hace ya más de dos siglos, en una cuna de paja, hijo de María y José –un modesto carpintero-, nació el niño Jesús. Menciono esto para aterrizar la desenfrenada locura en que nos encontramos sumergidos. Locura expresada en la obsesión por comprar y regalar a como dé lugar. Como si fuéramos una manada impulsada por una fuerza irrefutable, caemos presa de una fiebre de compras que nos deja extenuados y endeudados por todo el año. Con esta conducta desvirtuamos el sentido más profundo de esta fecha.
El ambiente que estamos viviendo no tiene nada que ver con el nacimiento de Jesús. Éste simboliza todo lo contrario: la irrelevancia de lo material y la relevancia del espíritu. En efecto, en lo económico para qué hablar. El comercio y la actividad económica en general vive sus mejores días gracias a una publicidad atosigante y la proliferación del crédito que permite ahogarnos sin que nos demos cuenta hasta que ya es muy tarde. Lo más triste es que al final del día los que pagan los platos rotos son los más pobres porque terminen pagando dos o más veces lo que compran vía intereses dada la imposibilidad de pagar sus compras al contado. Como consuelo, la tasa de empleo aumenta mientras más nos encalillamos. Quizá a qué nivel se encontraría el desempleo si nos abstuviésemos de comprar y osáramos tener una navidad familiar en casa, reflexiva y tranquila, en el que los regalos se centraran en nuestros mejores deseos para los demás.
En lo político nos encontramos bajo un ambiente un tanto turbio, con dimes y diretes que generan un clima de crispación inconducente, o que a nada bueno nos puede conducir. Buen momento este para hacer un alto y recordar nuestra condición humana, así como nuestra aspiración de vivir en paz y armonía. Dejar de ver la maldad en el otro y la bondad en uno mismo, para ponernos en el lugar del otro.
En fin, aprovechemos la oportunidad que nos brindan estos días para renovarnos, para reinicializarnos, dar vuelta la hoja, desarmarnos, recoger las lecciones que el pasado y presente nos señalan para proyectarnos al futuro con ganas, optimismo y fé. He tratado de imaginar que si Jesús naciera hoy ¿qué nos diría? ¿a qué nos invitaría? Creo que nos invitaría, a cada uno de nosotros, a dibujar el país que queremos. Y lo más probable que nos nos encontremos con mayores diferencias. Luego nos invitaría a proponer los caminos a seguir para el logro de ese país que dibujamos. En este punto es muy probable que surjan las discrepancias, pero ellas no deben ser como para que nos cortemos las venas.
Vamos, ¡¡¡¡Arriba los corazones!!!!
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