Para estas elecciones presidenciales
la gran novedad es la postulación de Harold Mayne-Nichols. Tanto él como Jeanette
Jara y Johannes Kaiser, es primera vez que se están candidateando para esta
elección. Evelyn lo está haciendo por segunda vez, Kast por tercera vez, y
Parisi al igual que MEO ya no sé cuántas veces.
La principal diferencia de Harold
respecto de Jeanette y Johannes, y de todos los otros candidatos, reside en que
no viene del mundo político, sino que del mundo del deporte, donde se le conoce
esencialmente por dos hitos. Uno de ellos es el de sus tiempos como presidente
de la Asociación Nacional de Futbol Profesional (ANFP); el otro, más reciente, corresponde
al período en que se le pidió que se hiciera cargo de los Juegos Panamericanos
que estaban bajo la responsabilidad de nuestro país. En ambos casos demostró
una gran capacidad de gestión, de convocatoria, que, llevó al país a posiciones
de privilegio dentro del concierto mundial.
Como presidente de la ANFP fue
capaz de traer a un director técnico de jerarquía mundial, Marcelo Bielsa, que
revolucionó el futbol chileno, que lo dio vuelta. Bajo su mandato logró cambiar
la mentalidad del jugador, lo que se expresó a la hora de jugar los partidos. Del
juego arratonado al que estábamos acostumbrados, pasamos a jugar al ataque. Nos
cambió el pelo.
Y cuando el gobierno le solicitó
que tomara bajo su responsabilidad la organización de los últimos juegos
panamericanos, no rehuyó el desafío, sino todo lo contrario. En su momento me
hizo recordar a Carlos Dittborn, quien en representación del país, en un congreso
de la FIFA realizado en Lisboa en 1956, llevó la postulación de Chile como sede
de la Copa Mundial de Futbol para 1962 con una alocución que finalizó con una
frase que no pocos ponen en duda. Y Chile terminó siendo el país elegido. En
1960 el terremoto de Valdivia que afectó a todo el sur, no amilanó a la
dirigencia futbolística ni a las autoridades políticas de entonces, sino todo
lo contrario, para concretar, hacer realidad la frase con que se le recuerda:
“Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”.
La postulación de Harold no deja
de sorprender dado que no viene del mundo político, no se le conoce asociación
con alguna línea política en particular y tampoco tiene tras sí un partido político
que lo respalde. En tal sentido se podría afirmar que sería un independiente en el
más pleno sentido de la palabra.
La pregunta que me hago es ¿por qué
está postulando? Quiero creer que lo hace basado en el descrédito en que está sumido el
mundo político, la voluntad de salir de la trampa de la polarización, el
interés de aplicar los códigos del deporte en el ámbito de la política, la
necesidad de insuflar nuevos aires en la sociedad chilena, y la convicción de
que Chile es un país que tiene grandes posibilidades. Prueba
lo expuesto los logros alcanzados por la selección nacional de futbol cuando
trajo a Bielsa, y los obtenidos en los juegos panamericanos que tuvo el honor
de organizar.
Veo con buenos ojos su
postulación, su candidatura, particularmente porque supone una suerte de
refresh en el campo de la política, en momentos en que se encuentra muy
degradada. Quiere demostrarnos que es posible unirnos en torno a un propósito
común, tal como cuando todo Chile se une tras su selección nacional para ganar,
para campeonar, para alcanzar las primeras posiciones.
En el caso del país presumo que como
país nuestro objetivo es alcanzar la victoria, que para el caso sería alcanzar
el desarrollo. Mis dudas al respecto, con el mejor de los ánimos, las sintetizo
en:
a)
¿qué entendemos por
desarrollo? ¿alcanzar un determinado ingreso per cápita sin importar el grado de inequidad imperante?
b)
Al no tener un
partido político tras sí ¿con quien gobernaría? ¿con los mejores? ¿qué se entiende
por “los mejores”?
c) ¿cómo alcanzar acuerdos bajo el lema “escuchar, unir, servir” cuando estamos viviendo un individualismo extremo que está barriendo con el bien común?