A raíz de los
incidentes ocurridos en el estadio de Avellaneda, en el marco del partido entre
Independiente y la Universidad de Chile, el diario El Mercurio, en su editorial
del domingo 24 de agosto del 2025 (hoy) titulado Grave Incidente en Argentina, afirma
que “la justificada indignación de nuestras autoridades no excusa su propio
fracaso frente a la violencia de las barras bravas”.
Confieso que esta
frase me descolocó. Me pregunto ¿cuándo empezaron las barras bravas? ¿cuándo
empezó la violencia en que incurren? Estamos ante algo que es pan de cada día,
no solo de hoy, sino desde hace tiempo. ¿Desde cuándo? ¿desde que asumió Boric? ¿desde que el futbol es futbol? ¿desde que el futbol se convirtió en negocio
puro y duro?
En mis tiempos mozos no se hablaba de barras bravas, sino que de hinchadas. Iba al estadio e hinchaba por Peñarol poco menos que desde que nací; a poco de llegar a Chile me hice hincha del chuncho, de la Universidad de Chile. mal que mal, estudié en Beaucheff, donde la sufrí para recibirme. Soy de los tiempos del glorioso Peñarol, del de Alberto Spencer, alias “cabeza mágica”, del “negro el once”, Juan Joya, de Néstor “Tito” Gonzalvez, capitán de capitanes, que ganaba la copa Libertadores de América, del que salió campeón del mundo venciendo al Real Madrid; soy de los tiempos del ballet azul de la Chile, de Leonel Sánchez, del tanque Campos, del siete pulmones Ruben Marcos, del puntero Pedrito Araya, del zaguero Luis Eyzaguirre, quien fue de los primeros que no solo defendía, sino que también se iba al ataque. Pero no nos vayamos por las ramas. En esos tiempos también habían triculcas, en la cancha y en las graderías, pero de un tiempo a esta parte, es otra cosa.
Lo que se ve no son hinchas, sino que barras, bandas bravas sin
control. Bandas bien equipadas, bien aceitadas, bien financiadas y bien respaldadas
por dirigencias que se lavan las manos como diciendo “yo no fui”. ¿Desde
cuándo? ¿Desde que asumió Boric?
El editorial en
comento se da el lujo de afirmar, en respaldo a su tesis, que “este problema
ha sido exitosamente abordado en otras latitudes”. Y luego afirma que para mí este éxito se requiere
contar con la voluntad política de las autoridades, y como guinda de la torta,
como una suerte de agregado, tangencialmente, “también con la de los dirigentes
de los clubes”. Sin querer queriendo, da vuelta la tortilla. Después se
engolosina con cuestiones tecnológicas, marcadores biométricos de los “sujetos
indeseables”, incorporados a bases de datos, cámaras de vigilancia, torniquetes
de acceso, etc. Miran al techo respecto de quiénes son los que financian a estos
“sujetos indeseables”, tal igual que a quienes están detrás del
tráfico de drogas.
En resumen, lo que
quiero decir son esencialmente dos cosas: una, que la violencia en los estadios
que estamos observando no es exclusivo de este gobierno, que viene de tiempo
atrás; y dos, que tampoco es exclusivo de Chile, es un fenómeno mundial, y allí
donde se afirma que ha sido enfrentado “exitosamente”, este peculiar “éxito” ha
sido pasajero, y seguirá siendo pasajero en tanto exista marginalidad y grupos
mafiosos que la exploten, en tanto no vayamos al fondo, a las causas de la violencia, no solo en el futbol, sino en la sociedad.
Si Marx resucitara,
en vez de afirmar que la religión es el opio de los pueblos, muy probablemente sostenga
que el futbol ha venido a acompañarla.
El de “El Mercurio”
es todo un lenguaje, un estilo sibilino, insidioso, que ya asimilo como sinónimo
de mercurial por su desparpajo y que destila veneno al por mayor. Un estilo que
recorre todas sus páginas y que sus lectores y suscriptores consumen
diariamente para convertirse, transformarse en zombis mercuriales convencidos
que el país se está cayendo a pedazos.
Los zombies mercuriales se alimentan del puro veneno mercurial que se tragan directamente para reforzar sus propios prejuicios mercuriales
ResponderBorrarEl Mercurio y su periodismo basura no nos decepciona, a diario con el titular insidioso culpando al gobierno del Pdte. Boric, hasta de estos gélidos días.
ResponderBorrarMuy cierto vuestro agudo y certero análisis de la previsible situación y de la observación sobre el insidioso e intoxicante estilo editorial de el diario ya mentado … creo que mientras las hinchadas estén avaladas y financiadas por entidades con fines de lucro… no hay solución definitiva ni sustentable para neutralizar la violencia en los estadios … habría que colocarle GPS a l@s fanático@s … para disminuir o abolir dicho flagelo …
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