En la derecha fueron
incapaces de dirimir la candidatura presidencial vía primarias, en tanto que en
la izquierda sí hubo primarias, inevitablemente ásperas, pero que les permite
llegar con una única candidatura. Al margen de las candidaturas que se ven como
mayoritarias, entran en carrera los mismos de siempre -MEO, Parisi y Artes-,
más Mayne-Nichols, quienes alcanzaron a reunir, cada uno, las firmas necesarias
para estar en la papeleta presidencial. Las postulaciones de MEO, Parisi y
Artes, ya adquieren caracteres patológicos dado que retratar el desconcierto y
el desprestigio que ha adquirido el devenir político. La candidatura de
Mayne-Nichols parece un intento por reverdecer un centro político que encarne
la moderación en un contexto de creciente polarización.
No estamos ante un
fenómeno exclusivamente nacional, sino mundial, en el que lo político se
confunde con la politiquería. Desgraciadamente, no solo retrata a los políticos
propiamente tales y a los partidos que se atreven a presentar en sus listas a
personajes del mundo de la farándula o de dudosa catadura, sino que, a nosotros
mismos, a los ciudadanos de a pie, a quienes votamos por ellos. Todo un símbolo
de los tiempos que vivimos.
Así como hace poco
más de medio siglo, entre los jóvenes y pobres dominaba la izquierda y la
centroizquierda, hoy lo hace la ultraderecha junto con la derecha. Una derecha
que la ultraderecha se da el lujo de llamar “la derechita cobarde”, tal como en
sus viejos tiempos, la ultraizquierda denostaba a la izquierda por adherir a la
denostada democracia burguesa. Tiempos en los que no se avizoraban dictaduras
capaces de desbordarla a punta de golpes sin asco alguno. En Chile, en la
quebrada del ají y más allá.
Dictaduras surgidas
al alero de fusiles que no trepidaron en implantar el terrorismo
estatal-militar. Hoy ya no parece necesario, basta imponer dictaduras a punta
de votos de quienes defraudados de la politiquería y la democracia, no
encuentran nada mejor que votar por quienes, más temprano o más tarde, serán
sus verdugos: los Milei, los Bolsonaro, los Trump, los Bukeles, los Maduro, los
Putin.
La pregunta que
debiéramos respondernos es ¿Qué hemos hecho mal para llegar a esto? En el caso
chileno, la mejor prueba de que la izquierda se ha está disparando a los pies,
ha sido su incapacidad para acordar una única lista parlamentaria a sabiendas
de que la derecha iba dividida. Más encima, una de las listas, la del Frente
Regionalista Verde Social (FRVS) y Acción Humanista (AH) se ha convertido en el
receptáculo de quienes quedaron a la vera del camino, no solo del mundo
oficialista (Sharp, Naranjo, Correa y Navarro entre otros), sino que del mundo
opositor (Calisto y otros) y de quienes cuesta adivinar dónde están (Alinco y
otros).
De esta forma, yendo
a las parlamentarias en dos listas, la izquierda se la está dando en bandeja a
una derecha que debe estar sobándose las manos de este regalo caído del cielo. El
día después llorará, por más que se diga que la política es sin llorar.
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