Desde que
se creó la carrera se vio el proceso de acreditación como una guía para su
desarrollo. De allí que una vez que la carrera tuvo sus primeros egresados,
decidió someterse a su primero proceso de acreditación bajo la conducción de su
primer director, Andrés Ruiz-Tagle, en la confianza, seguridad y convicción de
que estábamos por el buen camino, de que la estábamos rompiendo. No estábamos
exentos de dificultades. No estábamos satisfechos con los laboratorios que
teníamos, se posponían decisiones de inversión, no se encontraba el espacio
para localizar las salas de clases ni los laboratorios, y encontrábamos
insuficientes las respuestas y soluciones que nos daban las autoridades. Los
propios alumnos advertían nuestras falencias. Desde la dirección de la Escuela
se les alentó a organizarse como centro de alumnos para canalizar sus
inquietudes.
Contra
viento y marea, con todas las limitaciones, decidimos impulsar una carrera en
la que creíamos firmemente. Nada nos arredraba, la voluntad de salir adelante
era muy superior a la de bajar los brazos, tanto por parte del cuerpo de
profesores, como de los propios estudiantes. Mancomunados se enfrentó el
proceso de acreditación con el apoyo irrestricto de la oficina de acreditación,
entonces comandada por Patricia González, quien se percató del espíritu y la
fuerza del que estábamos imbuidos, apoyándonos y animándonos a superar los
escollos que enfrentábamos. Innumerables reuniones de trabajo tuvimos con ella
y su colaboradora de entonces, Fabiola del Pino.
Para la
elaboración del informe final, que debía incorporar los resultados de encuestas
aplicadas a estudiantes, profesores y empresas, con Andrés decidimos
refugiarnos muchas tardes en mi casa, para evitar interrupciones, revisando una
y otra vez la redacción, el contenido, la ortografía, intentando volcar todo el
espíritu que inspiró la creación de la carrera y la voluntad de hacerla
realidad. Una carrera creada con el pensamiento puesto en satisfacer las ideas
matrices exigidas por la acreditación por parte de las agencias acreditadoras,
el modelo educativo orientado al desarrollo de competencias, y la necesidad de
abrirnos al mundo vía internacionalización.
En febrero del 2010 sobreviene el terremoto del 27F que afectó fuertemente a la universidad, motivándola a crear una vicerrectoría de reconstrucción para enfrentar el reto impuesto por la naturaleza. Hubo que enfrentar restricciones presupuestarias no programadas. Todo esto en medio del inicio de una nueva rectoría de Álvaro Rojas quien asume con un nuevo equipo directivo. Entre los cambios, está el del director del Centro de Tecnología de Información, Ingeniero Civil Informático Sabino Rivero, quien es destinado a la Escuela de IIE en mayo del 2010.
A esto se
agrega que, a fines del mismo año, el director de la carrera, Andrés
Ruiz-Tagle, nos informa que renuncia para emprender nuevos desafíos. Reunidos
los académicos de la escuela, se nos invita a proponer nombres a la rectoría
para sucederlo. Nadie quería serlo por ser la dirección de escuela un cargo
eminentemente administrativo, no académico, inhibiendo la capacidad de
investigar, publicar, desarrollar proyectos académicos. En un momento dado, uno
de los académicos de la escuela, Víctor Nocetti, pide la palabra y propone el
nombre de Sabino Rivero, integrado recientemente. No dejó de sorprenderme su
propuesta, no porque considerara que Sabino no tuviera las capacidades, sino
porque había sido derivado a la escuela por no contar con la confianza del
rector para continuar como director del CTI. Y para ser director de la escuela
debía contar con el agreement del rector. Miramos a Sabino, quien dijo que, si
contaba con el apoyo de todos nosotros, no le haría el quite al desafío. Fue
así como con el acuerdo unánime de los académicos de entonces, Andrés llevó el
nombre de Sabino al rector para su consideración. Para mi sorpresa, el rector
aceptó la propuesta.
Es así como
el 2011 la escuela inicia el nuevo año con un nuevo director, Sabino Rivero,
quien desde el primer minuto tomó, con mucho entusiasmo, las riendas de la
carrera. Del 2004 al 2010, el período de Andrés como director, lo denomino como
el período de creación, de instalación de la carrera. En la próxima columna
daré a conocer el resultado de este proceso que en el año 2012 arrojó una
acreditación por 5 años por parte de la agencia acreditadora del Colegio de
Ingenieros, algo inédito en una carrera nueva. En la próxima columna daré a
conocer las fortalezas y debilidades identificadas a esa altura del partido.
Desde San
Vicente de la Barquera, gran abrazo a la
familia IIE.
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