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Ejemplo paradigmático de lo
señalado, fue SOQUIMICH, hoy SQM, que prácticamente quedó en manos del yernísimo,
Ponce Lerou. Otro ejemplo fue el de José Yuraszeck, en su tiempo gerente
general de CHILECTRA, empresa responsable de la distribución y comercialización
de energía eléctrica en Santiago y Valparaíso. En efecto, a la hora de la
privatización adquirió para sí un importante paquete accionario que posteriormente
vendió a Endesa España en lo que se llamó el negocio del siglo, conocido como
el caso chispas. Ambos se privatizaron a su pinta, comprando a precio de huevo
y vendiendo a precio de oro.
Todo en el marco de un proceso de privatización sustentado en el racional neoliberal cuya máxima es que el Estado, por su propia naturaleza, tiende a ser ineficiente, en tanto que los privados, por el contrario, tienden a ser eficientes. El fundamento es muy simple: el Estado no puede quebrar, en tanto que los privados sí pueden, aunque en la práctica la tendencia apunta a privatizar ganancias y socializar pérdidas.
Lo concreto es que las
consecuencias de lluvias y vientos inusuales volvieron a poner sobre la mesa la
propiedad y el desempeño de la empresa responsable de distribuir la energía
eléctrica (hoy ENEL) para que el país -el aparato productivo y los hogares- se
mantengan en pie. Esto, a raíz de la demora en la reposición del servicio de
energía que afectó a tantos, no obstante los múltiples llamados realizados por
el gobierno. Un gobierno que se vio impotente, sin capacidad para hacer nada,
salvo exigir la reposición del servicio y amenazar con revocar la concesión a
la empresa multinacional ENEL donde tienen una importante participación tanto
el estado italiano como el estado chino.
Curiosamente, el estado chileno
no está presente, no tiene pito que tocar, porque así lo dispuso la constitución
política fraguada en los 80 y que no ha podido modificarse hasta ahora. El estado chileno no puede, pero sí otros estados.
Uno podría pensar: lo que pasa es que el estado chilenos es por naturaleza
ineficiente, pero otros estados, por el contrario, son eficientes. Confieso
que no me calza. Tampoco me calza que la distribución de energía en Chile esté
en manos de estados extranjeros, y que quienes hacen gárgaras con la patria, la
bandera y otras hierbas, miren al techo en esta materia.
Y ahora no faltan quienes descubrieron
que el problema no es de propiedad -estatal o privada- que da igual, que el punto
está en la regulación, que ahí estaría la madre y el padre del cordero. Que el
foco debe estar ahí, en la calidad del servicio, no en la propiedad. El
problema no sería que ENEL haya actuado ineficientemente, sino que las
regulaciones no habrían ido en la dirección correcta. Todo esto mientras paradojalmente
las tarifas eléctricas suben y suben. Por momento pienso que nos están tomando
el pelo.
Mientras tanto, seguiremos pateando piedras, caracterizándonos por ser un país lleno de cables y
dando palos de ciego ante emergencias climáticas cada vez más frecuentes y de
mayor envergadura.
Al parecer nos gusta como vivimos pasan los años y todo sigue igual
ResponderBorrarGracias por expresar tan bien lo que sucede. Por eso era importante cambiar la Constitución, aunque no por cualquiera. Nos equivocamos en elegir personas que tenían sesgo individualista y no captaron las verdaderas urgencias y necesidades.
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