marzo 13, 2024

El optimismo en tiempos de crisis

Foto de Tim Mossholder en Unsplash

No es fácil ser optimista en tiempos de crisis. Por el contrario, en los tiempos que corren el pesimismo tiende a embargarnos. Es natural. Mal que mal las crisis nos hacen ver todo negro, como si estuviésemos en un pozo, sin poder salir de él. Lo que vemos a diario, en el plano económico, social y político, pareciera invitarnos a ser pesimistas. A ver el vaso medio vacío antes que medio lleno.

No es para menos, pero bien sabemos que el pesimismo es inconducente, solo nos hunde más y más, incidiendo en nuestra salud. El pesimismo enferma, no solo al que lo padece, sino que arrastra a quienes nos rodean. El optimismo, asumir una actitud positiva, por el contrario, es un antídoto, nos da salud, es contagioso. nos permite levantar la cabeza, enfrentar crisis, encontrar salidas, soluciones, allí donde no veíamos salida ni solución alguna. No es llegar y decir o plantearse ser optimista. Quizás el primer paso sea tener claro que por la vía del pesimismo no se sale adelante, que ese camino hay que dejarlo a un lado.     

El optimismo protege nuestra salud física y emocional. Está probado que las personas optimistas gozan de mejor salud, más esperanza de vida y tienden a ser más felices que los pesimistas. Claro que no es llegar, declarar y proponerse ser optimista, menos cuando se enfrentan o viven circunstancias adversas. Sin embargo, no sin esfuerzo, es posible. Quienes se manejan en esto nos dicen que los optimistas se caracterizan porque aunque el presente sea malo, piensan que el futuro será bueno y que este presente serán capaces de sortearlo. No solo eso, están seguros que del mal presente saldrán fortalecidos, sacando lecciones de errores cometidos y no dejándose atrapar por ellos, aprendiendo. Además, no se dejan paralizar, buscando oportunidades y enfrentando con ganas los desafíos para sortearlos sin escándalos, distinguiendo lo que está en sus manos controlar de aquello que no es controlable. Por último, tienen la capacidad para agradecer los logros, particularmente los ajenos. No hay duda que el optimismo también tiene que ver con nuestra manera de ser, nuestro temperamento, carácter, pero ello no implica que no podamos incidir en él. A unos nos costará más que a otros, pero es mucho lo que ganamos en todo el sentido de la palabra siendo optimistas, por lo que vale la pena cultivarlo.

Una experta de la Universidad de Harvard nos dice que "ser optimista hace posible que las personas sean capaces de regular tanto sus emociones como sus hábitos. La gente más optimista tiene menos probabilidades de fumar y de tener un consumo abusivo de alcohol, además suelen practicar actividad física. Por otra parte, creemos que también comen de manera más sana, aunque para esto todavía no hay datos suficientes".

Estudios realizados en la Universidad de Harvard señalan que entre el.20% y el 30% de nuestra actitud optimista, es hereditaria, en tanto que el porcentaje restante, más del 70%, depende de variables que no son genéticas. Si bien respecto de lo que es hereditario no podemos hacer mucho, sobre lo que no es hereditario, lo que sí depende de nosotros, podemos actuar para ser optimistas. Para ello los expertos nos invitan a utilizar nuestros puntos fuertes, nuestras aptitudes, las que varían de persona a persona, que pueden ir desde ser bondadosos, sensatos, hasta tener sentido del humor, ser empáticos, agradecer las buenas ideas. No depender de factores externos, que escapen a nuestro control. Esto implica pisar tierra firme, tener los pies en la tierra, no volarse, no forjarse expectativas desmedidas que den pábulo a la decepción.

Como puede verse, no es fácil ser optimista en los tiempos que vivimos. Pero bien vale la pena ponerle empeño. Es increíble, créame, cómo se abrirán puertas y ventanas, facilitando nuestra existencia.

2 comentarios:

  1. Anónimo4:57 a.m.

    No soy optimista ni menos pesimista, basta con ser realista y vivir tranquilo en familia.

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  2. Anónimo8:25 a.m.

    Fue un agrado leer tu artículo. Desde Los Andes te envío un saludo y siempre recordando amigos que conocimos en Arica. Un eterno optimista Héctor Cáceres V

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