febrero 07, 2024

La muerte de un expresidente

Ha muerto, imprevistamente, sorpresivamente, Sebastián Piñera, quien fuera dos veces presidente de la República de Chile. Los medios de comunicación y las redes sociales que estaban concentradas en la cobertura de los grandes incendios que afectaron el fin de semana pasado a la región de Valparaíso, se habían volcado a cubrir sus nefastas consecuencias, en términos de fallecidos, damnificados y destrucción del medio ambiente.

De un minuto a otro, lo que estaba en el tapete noticioso, fue desplazado por la noticia del fallecimiento de Piñera por asfixia por sumersión al precipitarse el helicóptero que pilotaba en el lago Ranco. El gobierno resolvió organizar un funeral de Estado. El país entero se vio conmovido, tanto entre sus adherentes, como adversarios.

A nadie dejó indiferente su muerte. Y no es para menos, dado su historial y su personalidad. No repetiré los hitos que jalonan su existencia que por lo demás se han reproducido hasta el cansancio en estos días. Solo diré que vivió al límite, al borde de la cornisa, al filo de la navaja, en los dos mundos, el político y el económico, en los que se movió como pez en el agua. No pocas veces entremezcló ambos mundos, a punto tal que le hizo merecedor a severas críticas que nunca llegó a aclarar, y que su muerte se llevó.

La derecha política nunca pudo considerarlo como uno de los suyos en el más pleno sentido de la palabra. Lo vio siempre como un afuerino por su origen demócratacristiano. Mal que mal, su padre fue uno de los fundadores de la DC. A esto cabe agregar que tuvo la osadía de haber declarado que para el plebiscito del 88, donde se definía la continuidad del innombrable, optó por el NO. A codazos logró abrirse paso en el seno de la derecha y llegar a ser candidato presidencial dejando en el camino a Lavín, entonces candidato de la derecha más dura. Y su elección como presidente de su primer gobierno se vio facilitada por la aparición de Marco Enriquez-Ominami (MEO), quien le propinó un golpe mortal a la candidatura de Frei Ruiz-Tagle en su intento de reelección. Por entonces ya la Concertación mostraba signos de agotamiento.

Tampoco el clásico empresariado nacional lo consideró como uno de los suyos. Más que un emprendedor, entendido como un creador de nuevas empresas, se le vio como un especulador, como un financista, un comprador-vendedor, con ojo de lince. Un personaje de una inteligencia superior, que se “las sabía todas”, que estaba al cateo de todo, capaz de anticiparse, en base a información privilegiada o no, de las oportunidades que el mercado, tanto político como económico-financiero, le ponía por delante.

La derecha le debe mucho a Piñera. Gracias a él pudo volver a reunir los votos que le permitieron acceder democráticamente a la presidencia, no una vez, sino dos veces. Anteriormente, por la vía democrática solo había alcanzado la presidencia en 1958, con Jorge Alessandri, postulado entonces como candidato “independiente”.

Para los efectos de las próximas elecciones presidenciales en menos de dos años más, Piñera como animal político que era, seguía vigente en todo el sentido de la palabra, en una suerte de estado de “reserva” a la espera del devenir de las candidaturas de Evelýn Matthei y José Antonio Kast, siempre dispuesto a lanzarse al ruedo. Su intempestivo fallecimiento cercenó su opción.

Tras la muerte de todo ser humano existe la tendencia a resaltar lo positivo de su paso por este mundo terrenal. Es bueno y sano que así sea, siempre y cuando no se nos pase la mano, esto es, sin exagerar mayormente. Por momentos, a la luz de lo que está apareciendo en las redes sociales, tengo la sensación de que unos lo están santificando, así como otros, demonizándolo. Por mi parte, me resisto a lo uno y a lo otro.

5 comentarios:

  1. Anónimo3:42 p.m.

    Como siempre muy acertado y mesurado tu comentario. Su muerte abre un antes y un después puesto que la derecha dura o no, no tiene líderes naturales (la Sra Matthei ha madurado y se perfila mejor que el Sr. Kast, quien aparece como una amenaza y no una solución al empobrecimiento político). La izquierda tampoco promete mucho, por la misma causa.

    ResponderBorrar
  2. Anónimo10:09 a.m.

    si bien difiero en algunos puntos del análisis, concuerdo con la mayoría ... me gusta el estilo de su escritura , más mesurada con los años creo , muchas gracias siempre es bueno leer su opinión.

    ResponderBorrar
  3. si bien difiero en algunos puntos del análisis, concuerdo con la mayoría de este ... ahora me gusta el estilo de su escritura, concreta , breve certera. Más mesurada con los años creo , muchas gracias siempre es bueno leer su opinión.

    ResponderBorrar
  4. Gracias Rodolfo ! Comparto tus puntos de vista

    ResponderBorrar
  5. Anónimo8:08 a.m.

    Concuerdo plenamente de su análisis, muy certero y mesurado.

    ResponderBorrar