febrero 09, 2023

Entrevista: en torno al proceso constituyente

Foto de Dariusz Sankowski en Unsplash

P: ¿Al final habría salido humo blanco para el nuevo proceso constitucional generado por el triunfo del rechazo en el último plebiscito de salida?

R: No sé si salió humo blanco, pero al menos salió humo gris al tenor de las dificultades para abrir un nuevo proceso constituyente, dificultades expresadas por la duración de las negociaciones que se prolongaron por meses. Si todo termina bien, con una nueva constitución que recoja las aspiraciones de los chilenos, solo entonces podremos decir que el humo que salió es blanco.

P: ¿Qué tan satisfactorias son las reglas bajo las cuales tendrá lugar este nuevo proceso que se está iniciando y que se espera culmine en el presente año?

R: Eso dependerá del cristal con que se mire, pero en todo caso las reglas están dadas por la correlación de fuerzas que emergió en el plebiscito de salida ( 62% rechazo vs 38% apruebo) y la experiencia recogida del proceso cuya propuesta constitucional fuera rechazada. Está claro que quienes ganaron están tomando e imponiendo sus resguardos. Al final se llegó a lo que se llegó porque no quedaba otra, a contrareloj.

P: En el escenario actual ¿sigue siendo prioritario un proceso constituyente?

R: Sin duda que, hoy por hoy, las preocupaciones de la ciudadanía están en otro plano. Las preocupaciones están centradas en el plano de la seguridad y la economía. Son las urgencias que acaparan nuestra atención. Por nuestro propio subdesarrollo, siempre vamos a estar abrumados por urgencias y tendiendo a posponer lo importante. Sin embargo, solo atendiendo a lo importante tendremos posibilidad que se reduzcan las urgencias. De lo contrario nos pasaremos la vida apagando incendios. En consecuencia, con todos los bemoles que podamos ver en este proceso, me parece positivo que se haya iniciado.

P: ¿No teme que este nuevo proceso esté lleno de trampas?

R: Para quienes temen que esté lleno de trampas, que por lo demás están a la vista, les diría que las veamos como lo que son: para sortearlas, para sobreponernos a ellas. No debemos entrar en estado depresivo por ellas, sino que todo lo contrario, deben energizarnos.

P: ¿Cómo ve la nominación de Hernán Larraín como presidente del consejo de "expertos"?

R: Una vergüenza, Obsceno. Una provocación, una falta de tino. Por ahí se dice que sabe mucho de constituciones, que tiene expertise en el tema. El tema va más allá. Nunca me han convencido los expertos en sus respectivos temas si no van acompañados de valores, de un mínimo de ética y moral. Tu condición de buen profesor no se agota en que hagas bien tus clases, ni que domines las materias que impartes. Debe acompañarse de un comportamiento ético-moral intachable. Joseph Mengele fue un médico que se especializó en técnicas de exterminio. ¿Podremos decir que fue un buen médico? La defensa que en su momento hiciera de Colonia Dignidad y su relación con Paul Schaeffer, a mi modesto entender, lo descalifican por completo.

P: En estas condiciones ¿no existe el riesgo de que emerja una constitución que en lo sustantivo mantenga las características de la actual, con la ventaja de legitimarse?   

R: Sin duda que el riesgo existe, pero no hay peor intento que el que no se hace. ¿Cuál es la alternativa? ¿irnos para la casa? Recuerdo que similar dilema enfrentamos en el 88 cuando la dictadura impuso un plebiscito a su pinta en condiciones ampliamente favorables a ella. Los líderes opositores de entonces, entre otros Aylwin, Lagos, Silva Cimma, Valdés, Zaldívar, Almeyda y Nuñez, decidieron jugar en la cancha que se les impuso.  No pocos decían que todo estaba cocinado, que sería imposible derrotar al innombrable. Y sin embargo, con lápiz en mano, en una jornada épica, se logró dar vuelta la tortilla e iniciar una transición que con todas sus limitaciones, le ha permitido al país dar un salto cuantitativo y cualitativo muy significativo. Hoy estamos en similar disyuntiva, con otros objetivos.

P: No pocos sostienen que todo está tan cocinado que sería hacerle el juego implicarse en esto, por lo que impulsan el voto nulo. Entonces ¿porqué no votar nulo?

R: Buena pregunta! Lo mismo pensaban no pocos en el plebiscito del 88. Son los mismos que entran derrotados a la cancha y que por lo mismo no quieren entrar. Sin embargo la historia ha demostrado que no hay peor gestión que la que no se hace. Son quienes siempre llegan atrasados a todas partes, quienes en su desconfianza siembran pesimismo. No les faltan argumentos. Olvidan que votando nulo, implícitamente están dando un voto al adversario. Votan nulo quienes postulan la tesis “mientras peor, mejor”. O sea, quienes creen que debe quedar la crema, para que desde los escombros emerja un país nuevo. Falso, de falsedad absoluta, porque siempre hay un fondo por debajo de aquel en el que estamos. Fue la tesis del MIR en la década de los 60, la de profundizar las contradicciones, la que nos llevaría al nuevo Chile. El resultado fue todo lo contrtario, la dictadura más sangrienta que ha vivido Chile. En estas condiciones, no me pierdo, hay que votar por alguna de las opciones en juego.

P: Pero si ganara el voto nulo ¿No sería una potente señal de rechazo al proceso constituyente?

R: No veo ninguna posibilidad de que gane el voto nulo, será mayor que en otras elecciones, pero no más que eso. Menos cuando tendremos dos listas populistas en la papeleta.

P: ¿Por qué lista habría que votar?

R: Dejemos esto hasta acá porque creo que esta pregunta amerita otra conversación. Un abrazo! 

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