Foto de Matheus Câmara da Silva en Unsplash |
Con 48% de los votos, Lula logró aventajar a Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, sin lograr la mayoría absoluta a la que aspiraba. Bolsonaro, por su parte, alcanzó una votación del 43% por sobre la prevista, comprobándose que disponía de un voto oculto que las encuestas no fueron capaces de contabilizar. De los restantes candidatos solo dos superaron el 1% de los votos: Simon Tebet con un 4% y Ciro Gomez con un 3%, ambos más afines a la izquierda que a la derecha.
Tanto Lula como Bolsonaro pueden sentirse satisfechos con la
votación alcanzada: Lula, porque sin perjuicio de no alcanzar el 50% más uno de
los votos, logró obtener más votos que Bolsonaro a pesar del poder que otorga
estar a la cabeza del gobierno; Bolsonaro también tiene motivos para estar contento
con los votos obtenidos porque superó con creces las previsiones de las
encuestas.
Para el balotaje Lula corre con ventaja, tanto por que superó
por 5 puntos a Bolsonaro en la primera vuelta, como porque los candidatos que
salieron en tercer y cuarto lugar han resuelto apoyar a Lula. Los apoyos de
Tebet y Gomez son importantes, significativos y previsibles dado que dentro de
un espectro de derecha-izquierda, se sitúan dentro del centro y/o la
centroizquierda.
Pero también se sabe que los votos obtenidos por ellos no son
traspasables automáticamente. Menos en el caso brasileño donde los
personalismos, los caciquismos locales y regionales están a la orden del día.
Otro respaldo relevante que obtuvo Lula proviene del expresidente Cardoso. Los
apoyos de Tebet, Gomez y Cardoso se sustentan en el talante democrático
demostrado por Lula durante sus dos períodos presidenciales. En consecuencia,
la lógica invita a pensar que Lula debe ganar la presidencia. Sin embargo, bien
sabemos que en política no todo es lógico.
Bolsonaro se ha jugado el todo por el todo para repetirse el
plato. Tal como en el tramo final de su campaña de primera vuelta lanzó propuestas económicas
populistas de última hora, ahora para la segunda vuelta ha lanzado bonos para
los pobres. A ello cabe agregar que Bolsonaro tiene a favor su afinidad
ideológica con una corriente política de derecha radical que se encuentra en
ascenso a nivel mundial.
Pero Lula no dará el brazo a torcer, es duro de roer. Viene
de abajo, es sólido, tiene trayectoria. No pudo postular en la anterior elección
presidencial gracias a un proceso judicial encabezado por un fiscal, Sergio
Moro, en su tiempo motejado como niño símbolo de la lucha contra la corrupción.
Por este proceso Lula fue condenado y encarcelado por acusaciones que las
investigaciones demostraron infundadas. Por los servicios prestados, al sacar a
Lula de su camino a la presidencia, Bolsonaro nombró a Moro como ministro de
justicia. El ladrón detrás del juez.
Lo descrito demuestra que Lula ha sufrido golpes bajos al por mayor, y cuando se ha creído que estaba en la lona, se ha levantado. De este desafío confío que también salga airoso. El pueblo brasileño lo merece. Pero no la tiene fácil.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario