febrero 05, 2021

Una decisión trascendente: ¿dónde estudiar?

Imagen de Joseph Redfield Nino en Pixabay

En una columna anterior se analizaron los factores a tener presentes para identificar qué se quiere estudiar, qué carrera escoger. Vimos que ellos se concentran en lo que se quiere (la voluntad), en lo que se puede (nuestra potencialidad y/o capacidad), y en las perspectivas laborales. Ahora viene otra decisión, tanto o más importante que la anterior: ¿dónde estudiar? ¿en cuál institución de educación superior estudiar? Ambas son decisiones cruciales respecto del futuro de quienes están en plena adolescencia. En el pasado era habitual que los padres tomaran la decisión, pero en los tiempos actuales, lo más frecuente es que sea el propio adolescente quien deba decidir en un contexto más complejo dado que se ha multiplicado la oferta, tanto de carreras como de universidades.

Una vez precisada la carrera a postular, viene la decisión de dónde hacerlo y la variable de mayor relevancia tiene que ver con el prestigio institucional, el que está dado esencialmente por la calidad de sus académicos. El ideal es que dicha calidad se relacione tanto con el nivel de conocimientos, como con su experiencia profesional, su trato, su calidez, su forma de relacionarse con los estudiantes. En el ámbito de la docencia, no basta con ser un experto en su materia, refrendados con títulos y/o grados rimbombantes, si no se tiene vocación comunicativa y buen trato con los estudiantes.  

Otro elemento que incide en el prestigio es el del posicionamiento de sus egresados, ilustrativo de la capacidad de la institución en el proceso formativo de sus estudiantes. Si bien existen otros elementos que inciden en el prestigio institucional –infraestructura física y tecnológica, redes y conexiones nacionales e internacionales con otras instituciones, rankings de calidad, años de acreditación- se asume que ellas están inmersas en los elementos ya mencionados (cuerpo académico y posicionamiento de los egresados).

Otras variables que deben evaluarse tienen relación con los beneficios económicos, el campus universitario, los ambientes de estudio, la vida universitaria, los laboratorios disponibles, así como su localización, en relación con la residencia habitual del estudiante. Si bien esta variable pareciera perder peso en el marco de una pandemia como la que estamos viviendo, dada la tendencia hacia la virtualización de la docencia, no cabe duda que, aunque en menor grado que en el pasado, la presencialidad va a seguir presente y seguir siendo fundamental para el desarrollo de la personalidad, del trabajo en equipo, y del proceso de aprendizaje. Cuando menciono la vida universitaria hago referencia a la cultura institucional que la anima, a su alma mater, a las actividades que se llevan a cabo más allá de las docentes, las charlas, las manifestaciones artísticas, los diálogos, las conversaciones de pasillo, los debates, el ejercicio del diálogo, de la discusión, del espíritu crítico libre, reflexivo. Sin esta cultura, este ambiente, lo que existe es cualquier cosa menos un instituto de educación superior. 

Es importante no dejarse llevar por el marketing, no confundir imagen con prestigio, así como percatarse que éste no necesariamente se hace extensivo a la institución toda, sino que puede centrarse en una o varias disciplinas. Se sabe que hay instituciones cuya reputación se concentra en determinadas áreas disciplinarias, dejando bastante que desear en otras.

De allí la importancia, como en todo orden de cosas, recabar toda la información posible para una decisión tan trascendente, como lo es elegir la carrera a estudiar y dónde hacerlo. En este plano, más allá de los folletos y de la publicidad con que se nos bombardea, importa mucho lo que nos puedan decir amigos, conocidos y familiares que han egresado o están estudiando en las aulas de las instituciones donde estamos poniendo nuestro interés. Sus recomendaciones deben ser cotejadas con toda otra información que dispongamos.

El peso que se le dé en la decisión final a las distintas variables mencionadas, dependerá de los intereses de cada uno. Es así como unos pondrán el acento en el acceso a la gratuidad o a becas, otros enfatizarán la empatía de los académicos, o simplemente la confianza que inspira una recomendación en particular.

Por lo expuesto, a quienes están en este proceso de elegir el curso a seguir en sus vidas, les invito a recoger el máximo de información, dejarse apoyar por quienes más quieren, y hacerlo consciente de su relevancia porque de ella depende su futuro.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias...! Es un análisis muy abarcativo y orientador para potenciales educandos y sus familias y o tutores ! Difundo...!

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  2. Estimado profeso junto con saludarlo y recordarlo siempre con mucho cariño, quisiera aportar mi visión. a todos los factores que usted ha incluido, creo que uno muy importante a considerar es buscar una carrera con proyección que permita compatibilizar vocación con estabilidad financiera. Personalmente creo que la nueva generación de estudiantes esta privilegiando estudiar carreras por vocación o descubrimiento a diferencia las generaciones pasadas que debían buscar una carrera con futuro que permitiese el éxito financiero.
    Hoy en día amo la carrera que escogí, pero en su momento fue una decisión estratégica, busque una carrera innovadora con un amplio campo laboral que me asegurara un buen futuro, pero si hubiese seguido a mi corazón es probable que hubiese estudiado pedagogía o educación física.

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