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En efecto, todos, unos más, otros menos, tenemos distintas
discapacidades. No somos perfectos, somos imperfectos, en mayor o menor grado.
El paso del subdesarrollo al desarrollo no se limita al crecimiento del PIB,
incluye nuestro crecimiento como personas. Y este crecimiento pasa por la
aceptación, la acogida del otro, la inclusión en oposición a la exclusión.
Por décadas hemos excluido, marginando parte de la riqueza
contenida en cada uno de nosotros. La desconfianza en el discapacitado es
desconfianza hacia nosotros mismos. Es un imperativo pasar al estado opuesto:
confiar en el discapacitado. Cada uno de nosotros tiene mucho que aportar, a
mucha honra. Quien no escucha, ve bajo el agua; quien no ve, escucha lo
inimaginable. Lo uno va con lo otro.
Abrir oportunidades, acoger, abrazar, nos permite avanzar
juntos, ser mejores.
Vamos que se puede!
Muy cierto...! Nuestra ceguera y o indiferencia ante las carencias ajenas de diversa índole...son una medida de nuestro subdesarrollo como sociedad ...Si bien las últimas décadas hemos pasado de declaraciones de principios...a implementación de política y programas para asumir la discapacidad ...aún es insuficiente para la demanda creciente y real...El aporte asistencialista de redes de voluntariado...allegados a iglesias o empresas ha paliado en parte dicha necesidad...pero no es suficiente aún ...
ResponderBorrarGracias por vuestra fresca y edificante reflexión .
Excelente!!! Yo hace muchos años con niños que nacen con diferentes problemáticas geneticas o congénitas!! Muchos nacen y se desarrollan sin ninguna discapacidad que pueda inhabilitarlos, pero se les descapacita la posibilidad de ser empaticos, y la verdad, cómo duele!!!
ResponderBorrarMuy cierto, Rodolfo. Una aceptación real, no paternalista que nos permita a todos gozarnos del potencial de cada uno.
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