noviembre 19, 2019

Uruguay: elecciones presidenciales

Este fin de semana tendrá lugar la segunda vuelta presidencial en Uruguay a la que llegan los candidatos con las dos primeras mayorías en la primera vuelta, Martinez y Lacalle, ambos representantes del Frente Amplio y del Partido Nacional, respectivamente. El Frente Amplio, es una coalición de izquierda, que ha estado gobernando los últimos 15 años, en tanto que el Partido Nacional, es un partido de centro derecha cuya base electoral histórica reside en el campo.

En la primera vuelta quedaron en el camino, entre otros, Talvi, en representación del Partido Colorado, y Manini de Cabildo Abierto. El Partico Colorado, que ha gobernado la mayor parte del tiempo en la historia uruguaya en base a una impronta social marcada por un significativo rol del Estado y cuyo fuerte se concentra en la capital, está viviendo una decadencia que se arrastra por un buen tiempo con significativos desgajamientos, tanto por la izquierda, capitalizados por el Frente Amplio, como más por la derecha, particularmente en las últimas contiendas electorales. Cabildo Abierto, partido de reciente creación por parte de quien fuese el último comandante en jefe del Ejército uruguayo del gobierno de Vázquez, Manini Ríos, obtuvo una votación que da cuenta del fortalecimiento de una derecha dura, sin medias tintas, que pone el acento en una seguridad basada en la necesidad de intensificar la penalización de los delitos, en un ambiente marcado por la inseguridad.

La votación de Manini es la que muy probablemente posibilite el triunfo de Lacalle Pou de este domingo marcando el fin de la hegemonía frenteamplista por más de una década. Este fin se visualiza por un conjunto de factores que también se dieron en Chile con la Concertación por la Democracia luego de 20 años gobernando. Entre estos factores destacan una suerte de cansancio, agotamiento, no renovación de ideas y cabezas en el Frente Amplio, las que terminan desembocando en corruptelas y abusos que producen hastío, sino rechazo en la ciudadanía, en una realidad signada por el nulo o débil crecimiento económico.

En este contexto, los cantos de sirena destinados a retomar la senda del crecimiento y terminar con la inseguridad y la corrupción, suelen encontrar eco en una ciudadanía que siente que se le mueve el piso, sin percatarnos que lo que se está moviendo tiene componentes estructurales dados por un modelo político-económico-social basado en el crecimiento perpetuo que es insostenible en el tiempo.

Prueba lo señalado lo que se está observando a nivel mundial, en diferentes países, sean estos del primer, segundo, tercer o cuarto mundo.

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