Finalmente se dictó sentencia confirmando que la muerte de Eduardo Frei Montalva fue consecuencia de una operación quirúrgica de carácter simple con resultado de muerte por la intervención de terceros. Hay 6 condenados.
Pocos meses antes de su asesinato de hace 37 años, el 13 de octubre de 1981, el dictador de entonces pronunció la fatídica frase “No se mueve ninguna hoja en este país si no la estoy moviendo yo, que quede claro”. Esa era la soberbia y el clima imperante, el lenguaje con el que era tratado el país.
Frei Montalva, luego de su valiente, histórico, fundamentado y macizo discurso en el Caupolicán, donde rechaza el fraudulento plebiscito del 80 y se pronuncia a favor de una Asamblea Constituyente, emergió como un líder opositor imparable cuyas ideas fuerza terminarían por imponerse. Su peso, estatura e influencia internacional llevaron a los cerebros grises y criminales de la dictadura a tomar la decisión de eliminarlo físicamente. Tal como lo hicieron con el comandante en jefe del Ejército, Carlos Prats, con el canciller de Allende, Felipe Letelier, y con quien fuera el ministro del interior de Frei Montalva, Bernardo Leighton. El brazo largo de la dictadura se extendió más allá de las fronteras nacionales. En el caso de Carlos Prats, cruzando la cordillera de los Andes, para liquidarlo junto con su señora. El asesinato de Letelier fue en las barbas mismas del imperio, en Washington, lo que ilustra la osadía de un régimen, osadía que dio inicio al distanciamiento entre los EEUU y la dictadura. Y el atentado contra el Bernardo Leighton, en el viejo continente, en Italia, da cuenta de los lazos establecidos con bandas criminales.
La sentencia emerge ad portas del congreso ideológico de la Democracia Cristiana que tendrá lugar próximamente, ocasión propicia para honrar la memoria de Frei Montalva, reivindicar su figura y el cuerpo de ideas que dieron forma a un programa de gobierno bajo el lema de Revolución en Libertad. Si bien se trata de un programa de más de un siglo atrás, en tiempos de guerra fría, surgido al calor de las lacerantes injusticias que había que resolver, y en oposición a las propuestas del mundo marxista, a los demócratacristianos les vendría bien reflexionar respecto de su vigencia de cara al futuro.
En el programa de gobierno de entonces, debidamente actualizado, están las banderas a levantar como antídoto al ramplón neoliberalismo imperante.
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