febrero 04, 2019

Congreso ideológico de la DC

Ad portas del congreso ideológico de la Democracia Cristiana (DC), el partido vive tiempos de crisis por los más diversos factores. Crisis que se ha estado expresando en la renuncia de no pocos de sus militantes de primera línea y en una pérdida de la influencia de otrora. El reciente fallo que califica como homicidio la muerte de Frei Montalva está permitiendo rememorar sus mejores tiempos.

Diversos factores han confluido en la crisis que hoy vive la DC. Mencionaré tan solo cuatro de ellos. Uno, el desprestigio y la pérdida de influencia de la iglesia católica, bajo cuyo amparo nació y creció como defensora de los más débiles y en oposición a las propuestas provenientes del marxismo en tiempos de guerra fría. Dos, una creciente polarización de la sociedad que tiende a desdibujar o aislar a las fuerzas de centro, moderadas, que suelen invitar a la concordia, a los acuerdos. Tres, las luchas fratricidas en su seno entre las distintas tendencias que minan los afectos internos y siembran la desconfianza. Y cuatro, la corrupción, el desgaste y/o la lucha por el poder que conlleva una prolongada permanencia en una coalición de gobierno, primero la Concertación y luego la Nueva Mayoría.

Si bien no pocos prevén el ocaso de la DC, importa destacar que no obstante las dificultades presentes, si los propios demócratacristianos son capaces de levantar la mirada, observarán que hay luz al final del túnel. La flecha demócratacristiana es todo un símbolo, en el que las líneas que la atraviesan representan las dificultades a ser superadas, y que no son sino los factores recién mencionados. La flecha propiamente tal indica el rumbo, el norte, hacia dónde ir. Y la historia de la DC nos dice mucho, así como su origen y particularmente el gobierno que Frei Montalva tuvo el honor de encabezar.

Pondré el acento en las políticas que emprendió y cuya validez son hoy mayores que nunca y en torno a las cuales valdría la pena reflexionar. Entre ellos, las Juntas de Vecinos, modelo de organización vecinal que debe ser fortalecido; los Centros de Madres que la dictadura destruyó al ponerlas a su servicio y que deben recuperar su razón de ser; la Promoción Popular, modelo de organización del mundo popular con miras a reinsertar a quienes el actual sistema económico-social-laboral margina y expulsa; la Sindicalización Campesina con el propósito de organizar a los trabajadores del mundo rural, particularmente a quienes realizan trabajos de temporada.

En lo que tiene relación con el desarrollo económico, no deja de sorprender que la DC no rescate de sus arcas los conceptos bajo los cuales surgió y que están asociados al comunitarismo, al cooperativismo, a la economía solidaria. Importa destacar que en la actualidad existen condiciones inmejorables para su promoción, significativamente mayores a las existentes hace medio siglo atrás. Hoy se tiene una población con mayor nivel educacional, una masa trabajadora más profesionalizada, con organizaciones empresariales más planas, menos jerarquizadas, donde la razón de ser de la participación laboral en la toma de decisiones debiera ir en ascenso. En este contexto la clásica división entre el capital y trabajo debiera ir perdiendo sentido y peso.

El minuto actual invita a que la DC, en su próximo congreso ideológico reactive lo que han sido sus raíces, la razón de ser de su existencia. En ella se encuentran las políticas que permitirán, junto con otros partidos y movimientos que se oponen al neoliberalismo imperante, hacer de Chile un país más solidario, más humano qu eel que tenemos.

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