Muchos jefes se creen líderes sin percatarse de la abismal diferencia entre unos y otros. En estas líneas intentaré bosquejar lo que separa a unos de otros.
De partida, los líderes no necesitan cargos, lo son por naturaleza, por lo que proyectan, lo que inspiran; los jefes necesitan ocupar cargos, mantenerlos y ascender para ocupar otros cargos. Los jefes no trepidan en nada, buscan escalar a como dé lugar.
Recuerdo, décadas atrás, bajo los olivos del valle de Azapa, en la parcela de un amigo, un delicioso almuerzo y una más deliciosa conversación con Renato Hevia, entonces sacerdote jesuita, quien fuera director de la revista Mensaje. En algún minuto surgió el tema del líder: ¿qué es un líder? La respuesta que dio se me quedó grabada hasta ahora: un líder es quien reúne 3 características difíciles de encontrar en una misma persona: ser un pensador, un soñador y un realizador. Esta capacidad para pensar, soñar y realizar o concretar lo que piensa y sueña, es lo que poseen los verdaderos líderes, no los falsos líderes.
Por lo general poseemos uno o a lo más dos de estas capacidades, pero no las tres. En efecto, podemos pensar y soñar, pero nos cuesta concretar; si somos buenos para realizar, seremos realizadores, pero no necesariamente líderes si no tenemos sueños o los abandonamos en aras del pragmatismo o del realismo. Por otra parte, los sueños tienen que estar hermanados con la reflexión, puesto que de otro modo difícilmente estaremos en condiciones de concretarlos.
Para estos efectos, la autoridad de un líder emana de su aura, no del cargo que ocupa, que por lo demás no necesita; por el contrario, el jefe necesita imperiosamente del cargo y se ampara en él para intentar proyectar una aparente autoridad.
Los jefes buscan imponerse, ampararse en cargos, disquisiciones protocolares, en normativas, ocultan sus verdaderas intenciones, esconden información relevante, despliegan información irrelevante y son incapaces de actuar con transparencia. Los líderes no se imponen, por el contrario, colaboran, orientan, proyectan, dan ejemplo. Hay un dicho popular: el que sabe, sabe; el que no sabe, es jefe.
A los jefes les encanta transmitir y hacerse responsables de las buenas nuevas, estar en actos protocolares, necesitan ser vistos; las malas nuevas, las transmite amparándose en que es decisión de otros, de las que no se hace responsable. El líder en cambio asume la responsabilidad en la buena y en la mala, no se esconde, es capaz de dar un paso al costado cuando no comparte una decisión que afecta al equipo de trabajo en el que se encuentra.
Se me quedan muchas otras diferencias que tendré que dejar para otra ocasión, pero de momento pueden servir para identificar si en nuestros respectivos lugares de trabajo tenemos jefes o líderes. Os invito a hacer el ejercicio.
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