El sábado pasado, en la Democracia Cristiana (DC), se realizaron las primarias para elegir al precandidato presidencial que los representará. La participación de militantes y simpatizantes superó todo pronóstico. Por otra parte, en la semana, los académicos de la Universidad de Talca fueron convocados para elegir a su nueva directiva, y en esta elección la participación también estuvo muy por sobre lo esperado. Por primera vez votó más del 70% de los asociados.
El objetivo, explícito o implícito, que se persigue con implicarse en partidos, asociaciones o sindicatos, y en votar, no es otro que estas organizaciones sean capaces de generar ambientes, climas más amables, más proclives a un desarrollo armónico en el que todos seamos partícipes de los éxitos y fracasos, y de las decisiones involucradas. En este plano existiría un cierto cansancio con esto de que otros decidan por uno, y que estas decisiones tengan un tufillo arbitrario, discriminador, adoptadas entre cuatro paredes por quienes no se hacen responsables de los fracasos, pero sí se vanaglorian cuando de éxitos se trata.
En el caso de la DC preciso es reconocer que es el único y el primer partido político que realiza elecciones para definir su candidato. Los restantes partidos lo hacen a dedo. Incluso algunos inventan un partido para que éste lo unja como candidato. Y este encomiable esfuerzo de la DC fue bien acogido por la ciudadanía, como lo prueba que más de 50,000 ciudadanos se sintieron convocados.
Esto se produce en momentos en que la apatía está dando paso al cansancio, y de este al choreamiento. Existen sentimientos encontrados, porque por un lado se estima que no vale la pena hacer algo porque no servirá para nada, salvo para perder el tiempo; pero al mismo tiempo, se está percibiendo que si no se hace nada, tampoco pasa nada.
Si bien, estoy haciendo alusión al caso chileno, da la impresión que el clima al que hago referencia se extiende más allá de las fronteras geográficas. Se trataría de un fenómeno mundial como lo probarían los explosivos movimientos sociales que explotan intermitentemente en distintas partes. Un día acá con el movimiento estudiantil, otro día en el Medio Oriente o en España o en Grecia. Signos extremos de rupturas cuyas consecuencias están por verse, al igual que su desarrollo. A veces avanzan, otras retroceden, con momentos de suspenso, de agotamiento.
Quienes se deciden a participar, por lo general son quienes rechazan la violencia física y no renuncian a la vía pacífica para la resolución de los problemas. Los que creen en esta última vía. Por ello, cerrar la puerta a la participación es fatal. Por el contrario, abrir las compuertas a la participación es sinónimo de abrir ventanas para que entren nuevos aires, más frescos.
Por ello, me atrevo a calificar como dos buenas noticias las de esta semana: la participación en las primarias en la DC y la elección en una asociación de académicos universitarios a nivel regional.
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