Acaban de salir los resultados de la última encuesta CEP aplicada en los últimos meses del 2012 a cerca de 1500 personas de 140 comunas. Resultados que eran esperados con una ansiedad mayor que la habitual porque la carrera presidencial y parlamentaria ya está lanzada, y porque otra encuesta que se aplicaba mensualmente, ADIMARK, dejó de darse a conocer por razones desconocidas. Además, la encuesta CEP ha logrado consolidarse como la madre de todas las encuestas, constituyéndose, para bien y para mal, en un verdadero oráculo.
A diferencia de encuestas anteriores, el contexto en el que se desarrolló esta encuesta estuvo marcado por el despliegue de todos los candidatos que aparecerán en la papeleta de voto de fines de este año: con Allamand y Golborne ya fuera del gabinete; Rincón y Orrego en plena primarias de la DC que se llevará a efectos a mediados de este mes. Velasco, Gómez, MEO y otros ya están lanzados desde hace tiempo. Y Michelle, que sin estar, está vivamente presente.
Mientras se realizaba la encuesta, los hechos más relevantes estuvieron constituidos por las acreditaciones truchas de universidades privadas por parte de la CNA, el desarrollo de la fase oral de La Haya donde tanto Perú como Chile expusieron los argumentos que sustentan sus posturas, el conflicto ambiental en Freirina a propósito de la planta de cerdos, y la interpretación de los resultados electorales municipales, donde los partidos que sustentan al gobierno –UDI y RN- experimentaron una significativa derrota en todos los planos.
La encuesta no nos dice nada mayormente nuevo. Los problemas que más preocupan siguen siendo los mismos: delincuencia, educación, salud, pobreza, y sueldos. Se asumía que este gobierno sabría enfrentar la delincuencia, supuesto que resultó ser falso. La educación y la salud privatizadas, que los jerarcas gubernamentales asumen nos permitirían ver la luz al final del túnel, tampoco han sido la solución a nuestros males. Y el manejo macroeconómico del que se vanaglorian diariamente, no han logrado reducir nuestras preocupaciones por los niveles de pobreza y de sueldos existentes.
La encuesta también nos dice que más de la mitad del país no se identifica con ninguna coalición política, ni con derechas ni con izquierdas. Lo de siempre. El principal dato que entrega la encuesta, está constituido por la incombustible popularidad de Michelle Bachelet, quien es la mejor evaluada, por lejos, y quien genera el menor rechazo, de entre los candidatos en carrera. Los demás no le llegan ni a los talones. Pareciera que los ataques que le lanzan desde los escuadrones progubernamentales, y también de otros, no solo no le hacen mella, sino que la consolidan. A pesar de su ausencia física, su presencia psicológica no deja de impresionar. Al menos hoy, con los datos duros que se tienen, la población la quiere de regreso, lo que tiene locos a unos y nerviosos a otros.
La encuesta CEP nos dice que el país no quiere guerra, quiere paz, quiere hacer lo que hay que hacer, y eso, al día de hoy, lo estaría representando Michelle. Los demás candidatos no dan la confianza que debe inspirar una figura presidencial.
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