Gracias a la aprobación de la inscripción automática y el voto voluntario, la totalidad de la población en edad de votar tendrá, por primera vez, la oportunidad de expresarse en las elecciones municipales de este año y en las parlamentarias y presidenciales del próximo año.
Lo anterior se explica por la reducción y el envejecimiento que había alcanzado el universo electoral dado que el grueso de los jóvenes no se inscribía para poder tener derecho a voto. Dado que el voto era obligatorio, inscribirse implicaba condenarse a tener que votar siempre. Hoy este escollo está superado. No siendo obligatorio votar, cada elección es una oportunidad para votar o no votar, decisión que vendrá dada por las circunstancias y las ofertas disponibles.
Bajo esta nueva realidad, se espera un mayor esfuerzo de los candidatos por atraer a un nuevo cuerpo electoral, en particular a quienes tradicionalmente no han votado nunca por no estar inscritos. Tarea no menor, porque la no inscripción se asocia con un desinterés total por el devenir político.
Este escenario es el que se da en Chile, a poco más de dos décadas desde el inicio del ciclo electoral, cuando la población se volcó con entusiasmo sin igual a inscribirse en los registros electorales para derrotar, en las urnas, a la dictadura con un papel y un lápiz. Desde entonces, no obstante los logros alcanzados, que no son despreciables, un cierto malestar nos recorre. La política que ha emergido en estas décadas ha dejado de ser el espacio de los sueños, de las utopías, supeditada a lo económico. Pareciera que hoy lo político no corta ni pincha sumergida en negociaciones, transacciones. Del todo o nada, nos hemos ido al otro extremo, donde todo parece ser negociable. Los comportamientos y las ofertas del grueso de los candidatos a alcaldes que estamos viendo a la fecha, parecen dar cuenta del peso de la tradición y la resistencia a dar un giro en el contenido y la transmisión de los mensajes.
En estas circunstancias resulta difícil pensar que los nuevos potenciales votantes se sientan atraídos como para que el número de votantes se incremente significativamente. En tal sentido, me temo que el total de votantes no variará mayormente, incluso con riesgo de disminuir porque por primera vez el voto será voluntario.
Desafortunadamente, a mi entender no va en la dirección que supuestamente desean quienes opten por no votar, y que se asume que son quienes se movilizan por cambios estructurales en rechazo al modelo político, económico, social, educacional. Por el contrario, no votar contribuye a consolidar lo existente. Por ello, creo que el gran golpe a la cátedra vendría dado por la masiva concurrencia a las urnas por parte de quienes no han votado nunca. Cinco millones de votos adicionales cambiarían sustancialmente el mapa electoral y la correlación de fuerzas políticas imperantes.
Inconscientemente, quienes no voten están delegando su poder en quienes sí voten. El sistema político institucional vigente no cambiará por el hecho si se opta por no votar; por el contrario, si se opta por votar, se abre una ventana para cambiar el modelo imperante. A estas alturas del partido, parece claro que por la vía de las movilizaciones no parece posible cambiar el modelo imperante, y que necesariamente deben ser complementadas con el voto.
En democracia, por limitada que esta sea, las mayorías no se construyen con bayonetas ni movilizaciones, sino que con votos. No votar es renunciar a participar; implica que me da lo mismo quienes sean elegidos. La verdad es que no da lo mismo, porque siempre habrá al menos alguna alternativa menos mala.
Si nos da lo mismo cualquier alternativa, sería como morir en vida.
Para realizar un cambio sustancial en esta época es necesario "jugar el juego" de los políticos actuales, la transformación se debe realizar de una manera distinta en estos tiempos, una vez un hombre dijo que "la revolución del futuro sería la educación", y la educación a la que se refería es la conscientización de las personas, y el dejar atrás la alienación que se cultivó a generaciones.
ResponderBorrarLamentablemente existe un rechazo generalizado a las gestiones de los actuales políticos, que no han sido en favor del pueblo, sino más bien en beneficio de su bloque o sus mismos intereses personales.
Creo que el mensaje que dio la vocera de la ACES hace unos meses, a no votar en las próximas elecciones, es equívoco, y no corresponde a una dirigente que encabeza un movimiento estudiantil de secundarios, ya que es evidente que los gobiernos son ciegos y sordos y solo la vía democrática puede ser su talón de aquiles. Luego la joven se retractó de sus dicho, seguramente porque recordó que la mayoría de los estudiantes secundarios, aún no votan.
Será interesante ver el comportamiento de los votantes el próximo mes, ya que las municipales serán un experimento para las presidenciales del próximo año.
Saludos.