En el ámbito institucional, los partidos políticos están viviendo uno de sus peores tiempos. Diversas encuestas revelan que se encuentran desprestigiados, y con ellos, los políticos, y la política en general. Esto, a casi 25 años de su máximo esplendor, a fines de la década de los 80, cuando la población fue convocada por un puñado de hombres y mujeres, de partidos políticos, a decir basta, a decir NO mediante su voto, a un régimen que deseaba continuar “su obra”.
Con los resultados del plebiscito del 88, que por estos días es recordado mediante un film titulado “NO, la película”, la política y los políticos fueron reivindicados. Esta reivindicación se produjo luego de más de 15 años en que los partidos y los “señores políticos” fueron proscritos, perseguidos, diezmados. Luego del plebiscito, “resucitaron”. Gracias a la dictadura, la ciudadanía comprendió su razón de ser y les devolvió su confianza.
Hoy, transcurridas ya más de dos décadas, esa confianza se ha ido perdiendo. Hoy, más del 50% de la población no se identifica con ninguno de los partidos ni bloques políticos existentes. La confianza no se ha traspasado a otros sectores, como tiende a ocurrir. De hecho, el desprestigio alcanza a toda la institucionalidad. No hay sector que logre escapar a esta realidad.
Los empresarios, que tuvieron su tiempo de gloria, también se encuentran severamente cuestionados como responsables de la cadena de abusos financieros que la ciudadanía percibe a diario; a los miembros de las FFAA se les reprochan los atropellos a los derechos humanos luego de su paso por el poder político, además de los privilegios con que cuentan en relación a la población civil. Y para qué hablar del sector eclesiástico, cuyo prestigio anda por los suelos.
La confianza es tan fácil perderla, y tan difícil, ganarla. Por lo general se pierde cuando ella es defraudada. No volver a defraudar esta confianza es clave, y por tanto, hay que asumir errores y contextualizar las actuaciones que dificultaron el cumplimiento de las expectativas generadas con el término de la dictadura. Errores asociados a la extrema prudencia y el peso de la responsabilidad con que los partidos políticos asumieron sus tareas de gobierno, subsumidos en una política de acuerdos que terminaron por desnaturalizar su espíritu originario. Todo ello en un contexto determinado por el peso del poder militar en los primeros años de la transición, y posteriormente reforzado por la sobrerepresentación de la derecha en el congreso, gracias a un sistema electoral binominal que aún nos pena.
La recuperación de la confianza pasa necesariamente por recuperar el espíritu bajo el cual se ganó el plebiscito. Así como ayer el norte estaba centrado en vencer a una dictadura para recuperar la democracia y las libertades, hoy su norte pasa necesariamente por construir una sociedad menos desigual, con mayor equilibrio entre el factor trabajo y el capital, que ponga freno a los abusos mercantiles y la precariedad laboral. Y lo más importante, por ser consecuentes con nuestras propias ideas, con lo que pensamos.
Ser mayoría nos exige ser más.
Interesante resumen de la contingencia politica y social. Seria interesante profundizar el motivo que lleva a perder confianza en la politica, que necesariamente pasa porque los señores politicos la reinvindiquen. No puede ser que hoy la utilicen solo para hacer crecer sus negocios y olvidarse de sus promesas de campaña o utilizarlas a su favor. Un indicador interesante seria conocer el porcentaje de cumplimiento que logran respecto a lo que ofrecen a quienes votan por ellos
ResponderBorrarSaludos!