Pepe Mujica, el actual presidente uruguayo, es el más pobre de todos los presidentes a nivel mundial. De los 6 millones que gana mensualmente, destina el 90% de su sueldo a fondos sociales. Esto significa que vive con unos 600 mil pesos al mes. Su único patrimonio es un viejo escarabajo del 87 que maneja él mismo. Ahora, siendo presidente, sigue viviendo allí. Cuando lo encaran respecto de cómo puede vivir, simplemente afirma: “Ese dinero me alcanza y me tiene que alcanzar porque hay muchos uruguayos que viven con mucho menos”. Le gusta andar sin escolta y cuando sale a comer, no deja que no le cobren, exigiendo que le pasen la cuenta para pagarla.
Vive con su esposa, senadora, que también dona parte importante de su sueldo y su perra Manuela, un vulgar quiltro. Ambos viven en una parcela en las afueras de Montevideo, parcela que es de su esposa
El Pepe, como le dicen cariñosamente sus coterráneos, no tiene cuentas bancarias, ni deudas. Vive con lo que tiene. No quiere más. Aunque no lo crean, es feliz. Solo lo amarga la injusticia, y lucha contra ella.
Ante una reciente ola de frío polar, ordenó que todos las propiedades fiscales se acondicionaran para servir de refugio a los indigentes, los hoy llamados siúticamente “en situación de calle”, entre ellas la casa destinada a los presidentes.
Este es el presidente actual de los uruguayos y que los enorgullece. Un hombre sencillo, humilde, que sin grandes palabras llega al corazón de la humanidad.
En sus tiempos mozos fue florista, vendedor de flores de la chacra. En las décadas de los 60 y 70, fue guerrillero, tupamaro, participó en acciones armadas. La dictadura lo encarceló y torturó. Se fugó. Con el retorno a la democracia, colgó las armas, las que reemplazó por la caza de votos. Llegó a ser diputado, luego ministro con el primer gobierno del Frente Amplio.
Ahora es presidente, el más pobre del mundo. Cuando le preguntan ¿qué cambió? Su respuesta, con sus ojos brillando, es contundente: “En esos tiempos quería cambiar el mundo; ahora me conformo con cambiar la vereda de la casa”.
Con ocasión de la cumbre de Río + 20 que se llevó a cabo esta semana en Brasil bajo el alero de la ONU, y donde estuvieron Bachellet y Piñera, el Pepe, con la sencillez y honestidad que lo caracterizan se refirió a temas candentes que pocos encaran de frente. Hizo las preguntas básicas cuyas respuestas están destinadas a darle un sentido a nuestra existencia en esta tierra tan vapuleada, tan maltratada por nosotros mismos.
Se preguntó ¿Qué buscamos? ¿Somos realmente felices? ¿Estamos gobernando la globalización? ¿O la globalización nos está gobernando a nosotros? “¿Qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para respirar? ¿Es posible hablar de solidaridad y que estamos todos juntos en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?
Preguntas quemantes que nos interpelan e impulsan a modificar un modelo de desarrollo que nos está llevando al despeñadero.
Sugiero escucharlo en este video:
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