La clasificación de Chile
Se logró la ansiada clasificación gracias a múltiples factores que vale la pena repasar para deleitarnos. De partida, la nominación del loco Bielsa, una de las primeras decisiones adoptadas por la actual directiva del fútbol profesional encabezada por Harold Mayne-Nicholls, un profesional que ha mantenido un encomiable bajo perfil. Atrás quedaron los tiempos de directivas presididas por quienes manejaban con ribetes personalistas y autoritarios la ANFP.
Otro factor clave, sin duda alguna, han sido los jugadores. Nunca antes nuestro país había tenido una constelación de jugadores caracterizados por su juventud, su rodaje en tierras foráneas, su compañerismo y alegría para jugar. Nunca antes habíamos tenido tantos jugadores en el extranjero en países y clubes de primer nivel. Esto les ha dado la pachorra, la fuerza y la capacidad para dar forma al agresivo, audaz planteamiento futbolístico que desde sus inicios pregonó el loco Bielsa. Esta generación dejó atrás el futbol timorato, arratonado, defensivo que nos caracterizó. Fueron capaces de ir por más, de arriesgar, de jugársela, y el resultado está a la vista.
Fuimos eficaces porque la meta se alcanzó: la clasificación. También fuimos eficientes porque los ingresos están superando con creces los costos. Sin pretender romper el aura y la felicidad que nos invade, mi duda reside en si lo logrado es sostenible, si esto no es más que un veranito. Esto porque no veo que esto se asiente en una política deportiva, consecuencia de semilleros, no veo el deporte insertado a concho en los establecimientos educacionales, o en los barrios. No veo que estemos cosechando algo que hayamos sembrado, salvo lo que alcanzó a hacer José Sulantay, primer director técnico que confío en muchos de los jugadores cuando recién se formaban.
Tuvimos un Ayala, un Fillol, un Pato Cornejo, un número 1 en tenis, Marcelo, luego un Feña, un Nicolás, todos fruto de esfuerzos personales y familiares que no han logrado asentarse más allá de ellos mismos. Los gobiernos no han logrado ir más allá de los discursos, de la retórica del significado de lo alcanzado.
Aprovechemos el vuelito de la clasificación para reflexionar sobre lo que una apropiada política deportiva sería capaz de generar. Estoy seguro que su costo es irrisorio al lado de los beneficios que reporta en términos de salud poblacional, de desarrollo del espíritu.
Se logró la ansiada clasificación gracias a múltiples factores que vale la pena repasar para deleitarnos. De partida, la nominación del loco Bielsa, una de las primeras decisiones adoptadas por la actual directiva del fútbol profesional encabezada por Harold Mayne-Nicholls, un profesional que ha mantenido un encomiable bajo perfil. Atrás quedaron los tiempos de directivas presididas por quienes manejaban con ribetes personalistas y autoritarios la ANFP.
Otro factor clave, sin duda alguna, han sido los jugadores. Nunca antes nuestro país había tenido una constelación de jugadores caracterizados por su juventud, su rodaje en tierras foráneas, su compañerismo y alegría para jugar. Nunca antes habíamos tenido tantos jugadores en el extranjero en países y clubes de primer nivel. Esto les ha dado la pachorra, la fuerza y la capacidad para dar forma al agresivo, audaz planteamiento futbolístico que desde sus inicios pregonó el loco Bielsa. Esta generación dejó atrás el futbol timorato, arratonado, defensivo que nos caracterizó. Fueron capaces de ir por más, de arriesgar, de jugársela, y el resultado está a la vista.
Fuimos eficaces porque la meta se alcanzó: la clasificación. También fuimos eficientes porque los ingresos están superando con creces los costos. Sin pretender romper el aura y la felicidad que nos invade, mi duda reside en si lo logrado es sostenible, si esto no es más que un veranito. Esto porque no veo que esto se asiente en una política deportiva, consecuencia de semilleros, no veo el deporte insertado a concho en los establecimientos educacionales, o en los barrios. No veo que estemos cosechando algo que hayamos sembrado, salvo lo que alcanzó a hacer José Sulantay, primer director técnico que confío en muchos de los jugadores cuando recién se formaban.
Tuvimos un Ayala, un Fillol, un Pato Cornejo, un número 1 en tenis, Marcelo, luego un Feña, un Nicolás, todos fruto de esfuerzos personales y familiares que no han logrado asentarse más allá de ellos mismos. Los gobiernos no han logrado ir más allá de los discursos, de la retórica del significado de lo alcanzado.
Aprovechemos el vuelito de la clasificación para reflexionar sobre lo que una apropiada política deportiva sería capaz de generar. Estoy seguro que su costo es irrisorio al lado de los beneficios que reporta en términos de salud poblacional, de desarrollo del espíritu.
Rodolfo: se me había olvidado desear el mejor resultado a Uruguay en el repechaje.
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