Emborrachando la perdiz
A raíz de la aparición del nombre de Piñera en un informe de relevancia mundial, puesto sobre la mesa por Frei en el último debate presidencial, se ha desatado toda una controversia que ha afectado al capítulo chileno de la organización no gubernamental llamada Transparencia Internacional. Como era previsible, desde la derecha las críticas no se han dejado esperar.
En política es inevitable que a uno le echen en cara, para bien y para mal, los actos y las decisiones que adoptamos. Es parte de la transparencia, es parte de la vida pública. No podemos pretender constituirnos en una autoridad pública sin que se nos escrute. Menos aún si se aspira a la presidencia de la república. Por lo demás es sano que así sea.
En este caso particular, entre tanta batahola uno se despista y se pregunta ¿Cuál es el problema? El problema fue que en conocimiento de información privilegiada no se abstuvo de comprar acciones que le reportarían ganancias millonarias de un día para otro. Si la decisión de compra fue adoptada con anterioridad al conocimiento de los estados financieros de LAN, entonces debió haber dado orden de anular la compra, lo que no hizo. Por ello tanto a él como a otro alto ejecutivo se les multó. Este último apeló, mientras que Piñera decidió pagar la multa por razones políticas, creyendo que con ello daba vuelta la hoja y de esta forma olvidar el tema. Creyó que pagando la módica cifra de 400 millones de pesos compraría el silencio colectivo. Tendríamos que ser unos eunucos para silenciarnos voluntariamente.
Frei, sin pelos en la lengua, se encargó de reponerlo, rememorando el tema de la política y los negocios. Es curioso, pero en Chile no está prohibido ser empresario y político, pero sí lo es ser dirigente gremial y político. Como una jauría la derecha le enrostra a Frei haber mentido. El ladrón detrás del juez.
Ningún país que se precie de decente puede darse el lujo de dejar pasar estos antecedentes mercantiles de uno de los candidatos a la presidencia. En otros países hechos similares han producido la bajada del candidato afectado. Pero acá, como si lloviera.
Previendo lo señalado, años atrás Allamand, entre otros de su sector, le había señalado la necesidad de separar la política de los negocios. Longueira, a su vez, le había enrostrado esta doble militancia. En resumen, Piñera tiene que asumir la responsabilidad y el costo de sus decisiones de negocio. No se la puede llevar gratis.
A raíz de la aparición del nombre de Piñera en un informe de relevancia mundial, puesto sobre la mesa por Frei en el último debate presidencial, se ha desatado toda una controversia que ha afectado al capítulo chileno de la organización no gubernamental llamada Transparencia Internacional. Como era previsible, desde la derecha las críticas no se han dejado esperar.
En política es inevitable que a uno le echen en cara, para bien y para mal, los actos y las decisiones que adoptamos. Es parte de la transparencia, es parte de la vida pública. No podemos pretender constituirnos en una autoridad pública sin que se nos escrute. Menos aún si se aspira a la presidencia de la república. Por lo demás es sano que así sea.
En este caso particular, entre tanta batahola uno se despista y se pregunta ¿Cuál es el problema? El problema fue que en conocimiento de información privilegiada no se abstuvo de comprar acciones que le reportarían ganancias millonarias de un día para otro. Si la decisión de compra fue adoptada con anterioridad al conocimiento de los estados financieros de LAN, entonces debió haber dado orden de anular la compra, lo que no hizo. Por ello tanto a él como a otro alto ejecutivo se les multó. Este último apeló, mientras que Piñera decidió pagar la multa por razones políticas, creyendo que con ello daba vuelta la hoja y de esta forma olvidar el tema. Creyó que pagando la módica cifra de 400 millones de pesos compraría el silencio colectivo. Tendríamos que ser unos eunucos para silenciarnos voluntariamente.
Frei, sin pelos en la lengua, se encargó de reponerlo, rememorando el tema de la política y los negocios. Es curioso, pero en Chile no está prohibido ser empresario y político, pero sí lo es ser dirigente gremial y político. Como una jauría la derecha le enrostra a Frei haber mentido. El ladrón detrás del juez.
Ningún país que se precie de decente puede darse el lujo de dejar pasar estos antecedentes mercantiles de uno de los candidatos a la presidencia. En otros países hechos similares han producido la bajada del candidato afectado. Pero acá, como si lloviera.
Previendo lo señalado, años atrás Allamand, entre otros de su sector, le había señalado la necesidad de separar la política de los negocios. Longueira, a su vez, le había enrostrado esta doble militancia. En resumen, Piñera tiene que asumir la responsabilidad y el costo de sus decisiones de negocio. No se la puede llevar gratis.
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