Desde Medellín, Colombia
Después de exactamente 5 años, he vuelto a Medellín por pocos días en el marco de un seminario de Ciencia, Tecnología e Innovación. Si tuviera que describir en pocas líneas mi impresión de esta ciudad que tiene 2 millones de habitantes, y cuyo número se duplica si se incluye el Gran Medellín, diría que es la locura.
Locura en su tráfico, que a nuestros ojos, luce desordenado, caótico, lleno de tacos en sus horas peak, donde los cambios de pista y los semáforos humanos están presentes por doquier. Locura en sus mujeres que se deslizan por todas partes, por las calles y en sus lugares de trabajo, como si de pasarelas se trataran con un donaire, una sensualidad difícil de encontrar en otras latitudes. Locura en su ebullición, en su espíritu tropical, en su alegría, en su optimismo. Locura en su infraestructura física donde conviven obras de ingeniería y arquitectónicas de buen gusto con las de mal gusto, sean estas carreteras, edificios, estaciones de metro. Locura en sus microbuses enchuladas a más no poder con cromados relucientes ilustrativos del gusto tuerca que domina la escena.
Locura en su clima húmedo, caluroso, que la hace identificarse como “la ciudad de la eterna primavera” título que le disputa a la ciudad de Arica, pero donde a ratos se dejan caer lluvias tropicales que explican el verdor de la ciudad y la infinidad de parques que la rodean y que la población disfruta en plenitud siempre al tenor de una rumba, cuya música pareciera correr por sus venas manteniéndola en permanente movimiento.
Consultados en el ámbito político, con mucho humor afirman que “todos somos uribistas”, en una suerte de resignación ante lo que han sido los últimos años y lo que está por venir. Como en muchos otros países el presidente colombiano, Álvaro Uribe, ya se ha hecho reelegir modificando la constitución por medio de un referéndum. Ahora se está entusiasmando, y/o siendo entusiasmado, junto a quienes le rodean, para volver a reelegirse.
Lo descrito es ilustrativo de una debilidad política institucional incapaz de sustraerse a la tentación por perpetuarse el plato por parte de quienes detentan el poder y que atraviesa a muchos de nuestros países. Entre los pocos países que han logrado escapar a esta lógica, destacan Chile y Uruguay, cuyos presidentes, no obstante sus altos índices de popularidad, se han abstenido de presentar iniciativas conducentes a su reelección. Habla bien de ellos, de su institucionalidad, y de sus respectivos pueblos.
muy entretenido comentario imagino que fuera de lo académico has difrutado mucho el lugar. Saludos.
ResponderBorrarEstaba pensando que merecía algún comentario sobre la re-elección de los presidentes en LA (tan de moda y Zelaya quería hacer lo mismo).
ResponderBorrarCierto: Uruguay y Chile están dando una muestra de sobriedad y de no aprovechar las circunstancias para fines políticos personales.