A votar, a votar
Como buen día electoral, el ánimo debe estar en alto por la posibilidad que tenemos de incidir en quienes deben ser nuestras autoridades. Por otra parte, en la noche estaremos todos contentos celebrando los resultados donde todos ganaremos. Sí, todos nos sentiremos triunfadores por uno u otro motivo.
En efecto, cada uno pondrá énfasis en aquello que le permita sentirse triunfador. No es mala práctica, por el contrario, es muy sano. Sí, es mucho más sano ver el vaso medio lleno que verlo medio vacío.
Todo esto en medio de una crisis financiera a nivel mundial que tiene a medio mundo en ascuas con muchos expertos comiéndose la lengua porque no vieron lo que debían ver, muchos políticos agarrándose la cabeza a dos manos. Pero lo que más llama la atención es ver a los campeones de la no regulación interviniendo los mercados a límites impensables.
Lo que se nos viene no es broma. Las autoridades hacen lo que cualquiera de nosotros haría: intentar llevar tranquilidad a los mercados, a la ciudadanía. Sin embargo rota la confianza, la psicosis por desprenderse de papeles que cada día valen menos, es inevitable. Los fondos de pensiones están sufriendo las consecuencias de una economía de casino que nadie osó frenar en su momento, hipnotizados por un neoliberalismo ramplón. Desafortunadamente lo que está ocurriendo era inevitable. Es como el casino, uno entra con sus pesos y cuando gana debiera irse, pero no se va, sigue apostando embrujado por ganar más y más, hasta que lo pierde todo, hasta la camisa. Son pocos los capaces de irse cuando van ganando.
El problema es que acá se ha estado jugando con las pensiones futuras de uno. Los insaciables neoliberales siempre van a por más. No conformes con el sistemita, siempre piden más y más desregulación, liberalización total. Que las AFP estaban muy constreñidas, que debían autorizarse inversiones en el exterior, primero tímidamente, luego ya no tan tímidamente; multiplicando los fondos por la vía de diversificar riesgos. Y así, lentamente, como en un baile de máscaras terminamos en pelotas, desnudos. Así está el mundo hoy.
Por suerte estamos de elecciones, lo que nos permite mirar con fe el futuro, además que todos sabemos que no hay mal que por bien no venga. Así que ánimo que el futuro es nuestro.
Como buen día electoral, el ánimo debe estar en alto por la posibilidad que tenemos de incidir en quienes deben ser nuestras autoridades. Por otra parte, en la noche estaremos todos contentos celebrando los resultados donde todos ganaremos. Sí, todos nos sentiremos triunfadores por uno u otro motivo.
En efecto, cada uno pondrá énfasis en aquello que le permita sentirse triunfador. No es mala práctica, por el contrario, es muy sano. Sí, es mucho más sano ver el vaso medio lleno que verlo medio vacío.
Todo esto en medio de una crisis financiera a nivel mundial que tiene a medio mundo en ascuas con muchos expertos comiéndose la lengua porque no vieron lo que debían ver, muchos políticos agarrándose la cabeza a dos manos. Pero lo que más llama la atención es ver a los campeones de la no regulación interviniendo los mercados a límites impensables.
Lo que se nos viene no es broma. Las autoridades hacen lo que cualquiera de nosotros haría: intentar llevar tranquilidad a los mercados, a la ciudadanía. Sin embargo rota la confianza, la psicosis por desprenderse de papeles que cada día valen menos, es inevitable. Los fondos de pensiones están sufriendo las consecuencias de una economía de casino que nadie osó frenar en su momento, hipnotizados por un neoliberalismo ramplón. Desafortunadamente lo que está ocurriendo era inevitable. Es como el casino, uno entra con sus pesos y cuando gana debiera irse, pero no se va, sigue apostando embrujado por ganar más y más, hasta que lo pierde todo, hasta la camisa. Son pocos los capaces de irse cuando van ganando.
El problema es que acá se ha estado jugando con las pensiones futuras de uno. Los insaciables neoliberales siempre van a por más. No conformes con el sistemita, siempre piden más y más desregulación, liberalización total. Que las AFP estaban muy constreñidas, que debían autorizarse inversiones en el exterior, primero tímidamente, luego ya no tan tímidamente; multiplicando los fondos por la vía de diversificar riesgos. Y así, lentamente, como en un baile de máscaras terminamos en pelotas, desnudos. Así está el mundo hoy.
Por suerte estamos de elecciones, lo que nos permite mirar con fe el futuro, además que todos sabemos que no hay mal que por bien no venga. Así que ánimo que el futuro es nuestro.
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