Los curas de Catapilco
Hace ya 50 años, para las elecciones presidenciales la lucha estaba muy cerrada entre el candidato de la derecha que reunía a liberales y conservadores tras la candidatura de Alessandri, y el de la izquierda agrupada en el FRAP (Frente de Acción Popular) conformada por socialistas y comunistas, representada por Allende. También compitió Frei Montalva en representación de la emergente Democracia Cristiana, cuando daba sus primeros pasos intentando abrir una opción más allá del capitalismo encarnado por Alessandri y el comunismo con Allende a la cabeza. Además postuló un candidato desconocido, surgido de las catacumbas, Antonio Zamorano, cura de Catapìlco, sin ninguna chance de ganar, pero cuya aparición permitiría despistar y alterar los resultados. Este último candidato alcanzó a obtener los votos suficientes para impedir el triunfo de Allende, dado que Alessandri lo superó por muy poco.
Desde entonces, en la política chilena se tiende a expresarse en términos del cura de Catapilco cuando entra en carrera un candidato que sin tener opción alguna, sirve para desordenar el naipe dado que con sus votos impide que un particular candidato gane.
En estas elecciones municipales pareciera que estamos llenos de curas de Catapilco que sabiendo que no tienen posibilidad alguna de ganar, su incursión posibilitará el triunfo de uno u otro candidato.
En las presentes elecciones es posible que la derecha haga suyas alcaldías que de otro modo no alcanzaría en modo alguno. Digo esto porque el mercado electoral de los curas de Catapilco actuales está conformado por muchos que tradicionalmente han votado por la Concertación. Es por ello que al término de la jornada electoral es muy probable que veamos a muchos llorando sobre la leche derramada y/o responsabilizando a terceros sin asumir la responsabilidad que le corresponde.
Dadas sus atribuciones, las alcaldías son cargos muy apetecidos electoralmente porque constituyen una avanzada electoral nada despreciable de cara a las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales. Prueba lo señalado que una importante proporción de los parlamentarios de la derecha, fueron alcaldes en tiempos de la dictadura.
Por lo expuesto la decisión de voto de muchos, más que orientarse hacia quien mejor les interpreta, debiera guiarse hacia aquel candidato con opción de ganar, como forma de impedir el triunfo del candidato que les suscita mayor rechazo. No vaya ser que yendo por lana salgamos trasquilados.
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