Esta columna es un paréntesis respecto de las anteriores
dado que haré referencia algunos comentarios recibidos, principalmente por
parte de los primeros egresados de la carrera, y que ameritan destacarse.
1. Mucho
contacto, mucha interrelación con las empresas: de hecho, las empresas eran
vistas como una extensión de la carrera, como los laboratorios de la carrera. Cabe
resaltar el gran esfuerzo desplegado por la dirección de la Escuela en este
plano, como lo prueban los contactos, las reuniones-almuerzo que se llevaban a
cabo para dar a conocer la carrera, el sello que se le quería dar, y para identificar
los requerimientos de las empresas, particularmente las pequeñas y medianas
empresas.
2. Alto
nivel de exigencia, por sobre la imperante en las otras escuelas de la
facultad, lo que no dejó de ser observado por algunos; así y todo, no se quiso
bajar la guardia porque existía la convicción de que los obstáculos, las
dificultades en el camino, son para enfrentarlos, no para eludirlos.
3. Tener
un cuerpo de profesores experimentados, provenientes de otras culturas, y la
oportunidad de una pasantía en el exterior, abrió todo un mundo a no pocos estudiantes,
muchos de ellos de primera generación y que no habían salido del país. De
hecho, dos de las mejores estudiantes que ha tenido la carrera, actualmente se
encuentran trabajando en empresas del viejo continente.
4. Para
algunos, matricularse en esta carrera representó todo un desafío, puesto que era
como lanzarse a una piscina sin saber si tenía agua. Era una carrera nueva, con
un título nuevo, absolutamente desconocido. Han sido sus primeros egresados
quienes han abierto cancha para los que vienen.
5. La implementación
de las consultorías no fue fácil, tanto porque el grueso de las empresas en la
región son microempresas o empresas familiares que no suelen ver con buenos
ojos un apoyo externo que suele verse como intromisión, como porque representó
un reto no menor para los estudiantes que debían hacer frente a una realidad
empresarial compleja de supervivencia diaria.
6. A
pesar de las dificultades que encerraban las consultorías como los proyectos
que en ellas debían realizarse en algunas asignaturas, sus consecuencias fueron
muy positivas: los estudiantes egresaron con experiencia laboral, lo que
resaltaban en sus currículos, y sobre todo, les dieron una inyección de experiencia
y seguridad que les hacían perder el miedo al futuro laboral. Es así como a la
hora de buscar trabajo, a las entrevistas con empresarios, ejecutivos y/o
profesionales, acudían con aplomo y confianza.
7. El
común denominador, al menos de los egresados, era su salida al mercado laboral como
una suerte de predicadores de la innovación, de insertarse en las empresas
buscando en qué innovar con apoyo tecnológico, para mejorar lo que se está
haciendo, para optimizar tiempos, recursos y ambientes, tanto en el sector
público como privado.
8. Para
la semana de los mechones, la dirección de la Escuela, en conjunto con el
centro de alumnos de la carrera, se propuso una recepción a los alumnos mechones
diferente a la clásica, tradicional: decidieron innovar por la vía de la
solidaridad: en uno de los primeros años, con el apoyo del municipio de Talca
que proveyó de carretillas, palas y rastrillos, se optó por limpiar la ribera
del río Claro; en otra ocasión se concurrió a un parvulario para pintar sus
paredes que clamaban por una mano de pintura. Iniciativas que fueron
reconocidas públicamente, tanto desde la comunidad nacional, regional como
universitaria.
Estos son los puntos que me han recordado egresados y quienes
han estado ligados con la carrera, que agradezco porque dan cuenta de que lo
que se propuso IIE desde sus inicios, sigue plenamente vigente.