Foto de Emilio Garcia en Unsplash |
Estamos en el peor de los mundos, sin entrenador, sin
juego definido, sin jugadores y con una dirigencia dando palos de cielo. Hemos vuelto atrás. La generación dorada fue eso
y nada más, no dejó rastro ni herencia alguna, a lo más una que otra
individualidad aislada, uno que otro chispazo. Atrapada en el pasado quedó una década
con jugadores rutilantes que fueron grito y plata en las principales ligas
europeas. Jugadores que hoy viven sus últimos días.
Atrás también quedó un juego colectivo, de ataque,
inédito en la historia futbolística chilena, caracterizada por un juego
arratonado, a la defensiva, temeroso, cuando la mayor cantidad de tiempo se la
pasaba en su propio campo apostando al contrataque, al chiripazo. De visita,
rasguñando empates que asomaban como victorias, y de local procurando ganar,
aunque fuera por la mínima diferencia.
Esta historia fue rota con la contratación del loco
Bielsa como entrenador de la selección chilena, hoy entrenador de Uruguay con
resultados que mueven a la envidia. Bielsa le cambió el pelo al futbolista
chileno.
Sí, hubo una generación de lustre, pero que sin Bielsa
lo más probable que se hubiese perdido. El loco le dio otra fisionomía apostando
a un futbol ofensivo, de apretar al rival desde el medio campo hacia arriba, de
ir siempre hacia adelante cualquiera fuera el marcador. No por estar ganando
uno o dos o más goles, retrocedían las líneas. Todo lo contrario, había que
mantener el ritmo. Y eso se logró de la mano de Bielsa. Chile perdió mucho sin
él. La jerarquía se mantuvo por algunos años porque los jugadores estaban, por
inercia, y porque Sampaoli tuvo la inteligencia de mantener ese espíritu.
Pero después todo fue decayendo en una suerte de crónica
de decadencia anunciada. Ya no pinchamos ni roncamos. Falta un trabajo de
trastienda, en la cantera. Falta una visión estratégica como la que se tuvo cuando
se trajo a Bielsa. Falta una política de deportes, de masificación. Falta una
dirigencia incorruptible, transparente, más interesada en sacar adelante al
futbol profesional que en hacer crecer sus bolsillos, y con una visión de largo
plazo.
De lo expuesto se deduce que el tema es más complejo
que el de la mera búsqueda de un entrenador. Lo que quizás debiéramos buscar es
una nueva dirigencia con la película clara. Con las cosas como están, da lo mismo a quien traigan
porque al paso que vamos solo un milagro posibilitará la clasificación de Chile
al próximo mundial. Y en futbol, así como en tantas partes, los milagros no
existen. No nos engañemos.
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