julio 21, 2023

El negocio de la seguridad

Foto de Drew Harbour en Unsplash

En marzo del presente año (2023) tuvo lugar un asalto por una banda con autos que llegaron a las mismísimas pistas del aeropuerto de Pudahuel, para quedar al pie del avión que traía consigo un apetecido botín de 32 millones de dólares, algo así como dos mil quinientos millones de pesos.  Un asalto frustrado en el que participaron 12 delincuentes con un saldo de dos muertos. Entraron a la pista de aterrizaje como Pedro a su casa sin encontrar obstáculo alguno. La seguridad brilló por su ausencia.

En estos días han ocurrido dos eventos dignos de Ripley, o de fake news. El primero, un asalto a un camión de valores que llevaba mil cuatrocientos millones de pesos recogidos de un supermercado. Los trabajadores del camión de valores, una vez depositado el monto señalado en el camión resuelven ir al servicio higiénico para hacer sus necesidades. El chofer aprovecha para irse con el camión a unas doce cuadras para estacionarse en un lugar convenido con sus cómplices que concurrieron con sus vehículos para sacar los millones del camión y llevárselos. Todo apunta a que al menos el trabajador chofer de la empresa de seguridad responsable del transporte (Brinks) está implicado. A la fecha el caso aún no se ha esclarecido. Si había protocolos que debían cumplirse, éstos saltaron por los aires. De película.

Una película que es sacada de cartelera para ser reemplazada por otra más emocionante cuya trama está en pleno desarrollo: el asalto al Ministerio de Desarrollo Social, comandado por Giorgio Jackson, donde se robaron 23 computadores y una caja fuerte con documentos. Este último asalto fue de noche, estando el ministerio resguardado por personal de una empresa de seguridad privada, HM. Uno de ellos habría recibido una llamada telefónica de quien se hizo pasar por el ministro, quien avisó que un sobrino suyo iría a buscar unos computadores. Llegó el supuesto sobrino con sus secuaces, y el personal de seguridad que estaba de guardia los deja pasar sin exigir documentación alguna. Se llevan todo sin arrugarse siquiera.

A primera hora del otro día se constata que la llamada no fue del ministro, que el sobrino no era tal y que fue el clásico cuento del tío. Se constata que la llamada fue realizada desde el interior de la cárcel de Puente Alto. Se constata que la empresa de seguridad no cumplió protocolo alguno, si es que lo tenía. Los asaltantes ingresaron al edificio sin que la guardia de seguridad le exigiera documentación alguna para comprobar la identidad de los malhechores. Solo faltó que les rindieran pleitesía.

A poco andar se encuentran y recuperan los 23 computadores, todos intactos. No se les habría tocado ni con el pétalo de una rosa. La caja fuerte aún no aparece, al menos hasta el momento de escribir estas líneas. Se constata que quien hizo la llamada a nombre del ministro al personal de guardia del ministerio fue realizada desde la cárcel y que es nieto de la mujer que encontraron con los 23 computadores robados en un carro de feria. Por lo mismo esta abuelita ha sido arrestada y está siendo formalizada por el delito de receptación de bienes robados.

El cuento no termina acá porque se está frente a una abuelita vinculada al narcotráfico y adherente de Kast y del partido republicano. Se constata que esta abuelita respaldó en su momento a quien fuera alcaldesa de Renca, Vicky Barahona, quién por esas casualidades de la vida, es la madre de Karla Rubilar, quien fuera ministra de desarrollo social en tiempos de Piñera.

Por último, la guinda de la torta reside en que la empresa HM que presta el servicio de seguridad, donde trabajaron los ejemplares guardianes del ministerio, es propiedad de Hugo Martínez Oyanedel, quien es hermano de uno de los reclusos en Punta Peuco por su responsabilidad en dos ejecuciones en tiempos de dictadura.

 Cualquiera diría que de esta forma se cierra el círculo, pero el rompecabezas sigue abierto. Macondo quedó chico al lado de esto. Surrealismo puro. El negocio de la seguridad al amparo de la inseguridad reinante. El ladrón detrás del juez.

Aún falta conocer el término de este cuento, si es que lo tiene.

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