Desafortunadamente es inevitable que así sea mientras
no seamos capaces de salir del pozo negro en que muchas veces nos sumimos por
no tener la necesaria voluntad de entendimiento para ponernos en los zapatos
del otro, particularmente de los más débiles.
En el golpe de Estado de 1973, muchos lo justifican en
base a las enormes responsabilidades que le caben al gobierno de la Unidad
Popular por sus actuaciones, muchas de ellas catalogadas al margen de la
legalidad imperante. No obstante, producido el golpe, afirman que los horribles
crímenes cometidos a su alero, carecen de toda justificación. Asumen que el golpe, no necesariamente
debía traer consigo las violaciones de los DDHH. Que no eran necesarias.
Desgraciadamente lo que caracterizó al golpe desde el
minuto cero fue su bestialidad, su voluntad de exterminio simbolizada en el
bombardeo del palacio de gobierno con el presidente Allende en su interior y la
despiadada violación a los DDHH en los días inmediatos. Sin tales
características, el golpe no habría sido lo que fue. Muchos de quienes alentaron
y respaldaron el golpe en sus inicios, poco después se agarrarían de la cabeza
viendo lo que veían y los cabecillas del golpe ocultaban y negaban. El
golpe y sus consecuencias son inseparables, lo que impide justificar lo primero
sin justificar lo segundo.
Con o sin los errores del gobierno de la Unidad Popular,
lo que condujo al golpe fue la voluntad del imperialismo norteamericano de
impedir una segunda Cuba en el contexto de guerra fría que se vivía con la URSS.
Nixon, Kissinger y sus cómplices nacionales concentrados en los grandes medios
de comunicación y las grandes organizaciones empresariales no escatimaron esfuerzo
alguno en financiar y apoyar desembozadamente a los partidos opositores para
socavar las bases de sustentación del gobierno de Allende. La prueba más
flagrante de lo señalado, para impedir que el Congreso Nacional proclamara a
Allende como presidente, es el asesinato del general René Schneider, entonces
comandante en jefe del Ejército, por parte de un comando de ultraderecha.
Hay
quienes minimizan el rol jugado por la intervención norteamericana, los medios
de comunicación, las organizaciones empresariales y maximizan los errores de la
Unidad Popular. Y viceversa. Es tema en el que es válida toda discusión con
antecedentes en mano.
Lo que
es indiscutible, es que las FFAA nacionales actuaron como brazo armado de una
parte del país para exterminar a la otra parte. Intervinieron a favor de un
bando y en contra del otro, en circunstancias que su misión no es jugarse por
unos en desmedro de otros cuando todos somos connacionales. La razón de ser de
las FFAA es defender a todos los chilenos, no a unos y exterminar a otros. No
se pueden minimizar brutalidades ni masacres que no son minimizables.
En mi percepción no es posible justificar un golpe sin considerar sus características esenciales y donde las FFAA se lanzaron con todo contra compatriotas como si fuesen enemigos jurados. Fue un golpe fraguado a fuego lento para imponer a sangre y fuego un modelo de sociedad que nos tiene en las cuerdas y cuyas consecuencias solo los más lúcidos fueron capaces de intuir.
Un tío abuelo uruguayo-chileno, en 1974, me escribió: "los militares nunca dejarán de pagar el daño que le han hecho a su pueblo"
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