julio 13, 2023

A 50 años del golpe

Al cumplirse 50 años del golpe vuelve a salir a la superficie una herida que no ha logrado cicatrizar en nuestro país. Lo estamos viendo por las reacciones que han aflorado en estos días, las que rayan en la cancelación y/o el negacionismo. El golpe y sus consecuencias se siguen sintiendo con fuerza, particularmente por parte de la generación que vivió la experiencia de la Unidad Popular, y que de alguna manera está siendo perpetuada por sus descendientes.

Desafortunadamente es inevitable que así sea mientras no seamos capaces de salir del pozo negro en que muchas veces nos sumimos por no tener la necesaria voluntad de entendimiento para ponernos en los zapatos del otro, particularmente de los más débiles.

En el golpe de Estado de 1973, muchos lo justifican en base a las enormes responsabilidades que le caben al gobierno de la Unidad Popular por sus actuaciones, muchas de ellas catalogadas al margen de la legalidad imperante. No obstante, producido el golpe, afirman que los horribles crímenes cometidos a su alero, carecen de toda justificación. Asumen que el golpe, no necesariamente debía traer consigo las violaciones de los DDHH. Que no eran necesarias.

Desgraciadamente lo que caracterizó al golpe desde el minuto cero fue su bestialidad, su voluntad de exterminio simbolizada en el bombardeo del palacio de gobierno con el presidente Allende en su interior y la despiadada violación a los DDHH en los días inmediatos. Sin tales características, el golpe no habría sido lo que fue. Muchos de quienes alentaron y respaldaron el golpe en sus inicios, poco después se agarrarían de la cabeza viendo lo que veían y los cabecillas del golpe ocultaban y negaban. El golpe y sus consecuencias son inseparables, lo que impide justificar lo primero sin justificar lo segundo.

Con o sin los errores del gobierno de la Unidad Popular, lo que condujo al golpe fue la voluntad del imperialismo norteamericano de impedir una segunda Cuba en el contexto de guerra fría que se vivía con la URSS. Nixon, Kissinger y sus cómplices nacionales concentrados en los grandes medios de comunicación y las grandes organizaciones empresariales no escatimaron esfuerzo alguno en financiar y apoyar desembozadamente a los partidos opositores para socavar las bases de sustentación del gobierno de Allende. La prueba más flagrante de lo señalado, para impedir que el Congreso Nacional proclamara a Allende como presidente, es el asesinato del general René Schneider, entonces comandante en jefe del Ejército, por parte de un comando de ultraderecha.

Hay quienes minimizan el rol jugado por la intervención norteamericana, los medios de comunicación, las organizaciones empresariales y maximizan los errores de la Unidad Popular. Y viceversa. Es tema en el que es válida toda discusión con antecedentes en mano.

Lo que es indiscutible, es que las FFAA nacionales actuaron como brazo armado de una parte del país para exterminar a la otra parte. Intervinieron a favor de un bando y en contra del otro, en circunstancias que su misión no es jugarse por unos en desmedro de otros cuando todos somos connacionales. La razón de ser de las FFAA es defender a todos los chilenos, no a unos y exterminar a otros. No se pueden minimizar brutalidades ni masacres que no son minimizables.

En mi percepción no es posible justificar un golpe sin considerar sus características esenciales y donde las FFAA se lanzaron con todo contra compatriotas como si fuesen enemigos jurados. Fue un golpe fraguado a fuego lento para imponer a sangre y fuego un modelo de sociedad que nos tiene en las cuerdas y cuyas consecuencias solo los más lúcidos fueron capaces de intuir.

1 comentario:

  1. Un tío abuelo uruguayo-chileno, en 1974, me escribió: "los militares nunca dejarán de pagar el daño que le han hecho a su pueblo"

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