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Foto de Nathan Anderson en Unsplash |
El motor de este cambio ha sido salir
de la pobreza para entrar al mundo de la riqueza. Esto ha sido cierto para unos
pocos, pero en general, lo que se ha producido es la creación de cinturones de
pobreza en las grandes ciudades. Allí, no creo que estén viviendo mejor que
como vivían en el campo.
Pero hoy las comodidades de las
grandes ciudades ha llegado al campo. Vivir en el campo hoy es un regalo
divino, claro, si se tiene acceso a las tecnologías. Por ejemplo, yo tengo agua
de pozo, pero muchos ya tienen provisión de agua potable. Antes se sacaba agua
con balde y una cuerda; hoy se saca con una bomba sumergible. Hoy en el campo
hay electricidad, antes no había, y así con un sinfín de cosas. Antes no tenías
idea de lo que pasaba en el mundo. Ahora sí te enteras de todo y te informas de
lo mismo que lo que se informa quien está en medio de una gran ciudad llena de
luces. Y bueno, la llegada de internet y su difusión ha sido el último salto
que faltaba.
Y la pandemia ha terminado por
acelerar el teletrabajo, el trabajo en casa, con lo que la vida en el
campo ha pasado a ser apetecido por
muchos por lo que no pocos señalan: el deseo de estar unidos a la humanidad
pero sin la carga que representa la humanidad. Como bien dijo un gran amigo al
afirmar que es un gran tema de reflexión, reproduciendo la inolvidable frase de
Fray Luis de León : "Qué descansada vida la del que huye del mundanal
ruído y sigue la escondida senda por dónde han ido los pocos sabios que en el mundo
han sido". Expresión que tuvimos oportunidad de conocer en la enseñanza
media.
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