Las distintas redes sociales están siendo inundadas sin vergüenza alguna por furiosos antiglobalistas y anticomunistas, muchos de los cuales se autodenominan libertarios. Han resuelto dejar a un lado su timidez en materia política para pasar a la ofensiva sin filtro alguno.
Sus fuentes de información provienen
de fundaciones financiadas por peces gordos que se ocultan tras las bambalinas, y dan origen a verdaderas bombas
de racimo de noticias falsas que multiplican sin asco por los más diversos
medios, como quien produce y distribuye salchichas al por mayor. Han
descubierto como nadie la mina de oro que representa el poder de las redes
sociales y de la falta de educación, o mala educación, de gran parte de la
población.
Estos grupos, que paradojalmente se
están globalizando, no obstante sus posturas antiglobalización, están poniendo
en jaque a la democracia a vista y paciencia de todo el mundo. Nos bombardean diariamente
con las noticias más inverosímiles, poniendo en jaque nuestra capacidad de
discernimiento y de análisis crítico.
Son grupos que siguen la máxima göbeliana
de miente, miente que algo queda, la que pusieron en práctica sin pudor alguno en
Chile con ocasión del proceso constituyente para el plebiscito de salida. Su
resultado no pudo ser más exitoso: revirtieron el resultado del plebiscito de
entrada donde obtuvieron una derrota aplastante, para transformarlo en un contundente
triunfo.
Hoy se encuentran envalentonados,
empoderados a punto tal que tienen a la izquierda y al gobierno arrinconados,
medios caramboleados, a medio morir saltando. Es primera vez en mi existencia
que veo a una ultraderecha al ataque, que ha salido de sus escondrijos con toda
su artillería, y a la izquierda a la defensiva, caramboleada, sin atinar a
reaccionar.
Es un fenómeno nuevo que no se limita
a Chile, que visualizo en varios países. Resulta paradojal ver este movimiento
antiglobalización y anticomunista, que ataca a las organizaciones
internacionales que se han estado construyendo para promover la paz en el
mundo, pero que a la hora de la verdad se coordinan y enlazan entre sí en los
distintos países al amparo de movimientos globales. Un comité central mundial
pareciera estar tras ellos al más puro estilo comunista. ¡Quién lo creería!
Así como hemos vivido la ola revolucionaria, seguida de la ola de las dictaduras, luego la de las transiciones, ahora estaríamos adportas de una nueva ola. ¿será la hora de una nueva ola? La pregunta que debiéramos hacernos es ¿qué habremos hecho para llegar a esto?
Que fuerte y certero. El ataque a los poderes del Estado en Brazil ayer es evidencia del terror irracional que la extrema derecha está cultivando. ¿Qué podemos hacer para lograr una formación civica en que predomina la sensatez, el diálogo, la apreciación crítica de las diferencias y la responsabilidad en la gestión del bien común?
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