En la semana tuvo lugar el primer debate presidencial de cara a las elecciones de noviembre. No cabe duda que el formato que tuvo, permitiendo que se interpelaran los candidatos, le dio un dinamismo del que carecieron debates de años anteriores. Estos últimos se caracterizaron por su rigidez y el protagonismo de los periodistas responsables de su conducción. En cambio el debate de ahora se diferenció claramente, tanto por su dinamismo como porque los actores principales fueron los candidatos, no los periodistas.
El objetivo de estos debates se asume que es el de proveer a
la ciudadanía, a los potenciales votantes de información de primera mano, no
mediada, desde los propios candidatos. El mérito de estos debates reside
básicamente en que cada candidato tiene la misma oportunidad de exponer sus
ideas, sus propósitos, sus prioridades, sus respectivos programas de gobierno. Ello
explica la amplia cobertura que tuvo este primer debate.
En esta ocasión el debate se da en medio de una inédita
convención constituyente que no ha estado exento de polémicas. Convención que
tiene bajo su responsabilidad la elaboración de un nuevo texto constitucional. Mientras
unos, los menos, aspiran mantener la actual constitución, otros aspiran darla
vuelta, a modo de revancha. Sin embargo, todo indica que los más realizan
importantes esfuerzos y con el mejor de los espíritus, por dotar al país de una
carta constitucional que haga realidad la intención de que Chile sea la casa de
todos, no la de unos sobre otros.
Al debate concurrieron 5 de los 7 candidatos. Uno no estuvo
por residir en EEUU y con riesgo de que una vez que pise tierra chilena sea
perseguido por una millonaria deuda de pensión alimenticia. El otro porque se
le ocurrió salir del país sin saber que a su regreso tendría que entrar en cuarentena
por la pandemia. Los 5 candidatos presentes expusieron sus ideas, sus
propuestas, sus semejanzas y diferencias, pero así y todo aún no se dibuja nítidamente
los proyectos de país que postulan en los ítems más relevantes. Falta aterrizar, saber qué es lo que se va
hacer con los recursos disponibles. Los debates que siguen seguramente nos
darán mayor luz al respecto.
En todo caso, en esta carrera presidencial, donde se supone
que corren con ventaja Boric y Sichel por haber surgido de elecciones primarias
en sus respectivos sectores, este primer
debate permite dar algunas luces. Por la izquierda, no se observa que el candidato
Artes alcance a afectar mayormente a Boric, quien propone cambios radicales que
la izquierda estima impostergables. Boric se posiciona representando los nuevos aires que corren de la mano de las nuevas generaciones.
Distinto es el caso por la derecha. La candidatura de Kast no
es meramente testimonial como parece serlo la de Artes. Kast está horadando la
base de apoyo de Sichel con un discurso centrado en el orden y la seguridad,
banderas clásicas de la derecha. La tentación de no pocos que participaron en
la primaria de ChileVamos por abandonar a Sichel es una realidad incuestionable.
Es previsible una fuga de votos, al menos desde la UDI y RN, pero cuyo volumen
es difícil de dimensionar en este minuto. No me extrañaría para nada que se
produzca una suerte de il sorpasso, esto es, que Kast termine aventajando a
Sichel.
Por el centro, inclinada un poco hacia la izquierda,
procurando rescatar lo bueno de lo realizado por los gobiernos de la
Concertación y la Nueva Mayoría, irrumpe Provoste con un lenguaje basado en la
necesidad de que los cambios que son indispensables de emprender, lo sean en
paz, con gobernabilidad.
El debate no mostró ningún ganador por knock out. Para unos,
ganó por puntos Kast, para otros Boric, y para otros, Provoste, lo que indica que
el fallo está dividido. En resumen, queda mucho paño que cortar en un escenario
de gran liquidez, lo que está reflejado en la alta proporción de indecisos que
muestran las encuestas en curso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario