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Desde esta semana ya están todos los candidatos
presidenciales en la cancha y en carrera. Se inscribieron 9, pero finalmente
están quedando 7 al momento de escribir estas líneas, una cifra nada
despreciable. Para quienes tenemos varias décadas de vida en el cuerpo siempre
visualizamos la carrera presidencial como una suerte de culminación de una vida
política, de décadas de trayectoria. En tal sentido, en la actualidad la
carrera presidencial más parece una suerte de juego donde cualquiera puede
presentarse. Total, en el pedir no hay engaño.
Lo concreto es que hoy tenemos 7 candidatos, 5 de ellos tienen
claro domicilio político reconocible, y por lo mismo, susceptibles de ordenarse
de en un eje de derecha a izquierda –Kast, Sichel, Provoste, Boric y Artes-. No
es el caso de los otros dos, MEO y Parisi. De todos estos candidatos, parten
con ventaja, Boric y Sichel por emerger con un buen piso gracias a su
participación en unas primarias que convocaron a más de 3 millones de votantes.
Les sigue Provoste por ser escogida a partir de una consulta ciudadana en la
que participaron del orden de 150 mil votantes. Los demás se inscribieron a
partir de nominaciones de partidos sin mayor peso electoral, que no quisieron
concurrir a primarias ni consultas.
Dado que estamos ante un escenario extremadamente líquido, expresado
en la pérdida de la adhesión continuada a un mismo ideario político que era
común en el pasado, nadie puede cantar victoria. No obstante ello podemos aventurar que, al
minuto actual, las mayores posibilidades de pasar a la segunda vuelta se
centran en Sichel, Provoste y Boric.
Si bien es poco probable, Kast podría entrar por los palos si
logra horadar la candidatura de Sichel con su discurso de la derecha dura y
atraer a quienes se sienten traicionados por el gobierno actual. De hecho no
pocos parlamentarios oficialistas han resuelto respaldarlo. Son quienes no
están dispuestos a votar una vez más por un exDC.
Sichel tiene la fuerza de haber surgido de unas primarias
donde la derecha temía una baja convocatoria, e imponerse con holgura a los restantes candidatos (Lavín, Briones y
Desbordes) desde fuera del marco de los partidos oficialistas (UDI, RN y
Evópoli). La mochila que carga es la de representar a las élites empresariales,
a un gobierno con baja adhesión popular y tener una trayectoria política que
poco tiene de independiente.
Provoste, es la candidata sorpresa del Nuevo Pacto Social,
heredero de la Nueva Mayoría y de la Concertación. Digo candidata sorpresa
porque su nombre como presidenciable solo emerge después de su actuación como
presidenta del Senado. Su triunfo en la consulta ciudadana se explica en gran
parte por la crisis que atraviesa el partido socialista (PS), cuya candidata
Narváez, a pesar del esfuerzo desplegado en la campaña, no alcanzó siquiera a
tener los votos de sus propios correligionarios. Su fortaleza se centra en
haber sido capaz de superar el ostracismo político por 5 años al que fue
condenada por la derecha al destituirla como ministra mediante una acusación
constitucional. Se trata de una peculiar resurrección política por parte de
la única mujer que está postulando a la presidencia, con el agregado de
provenir de regiones y de uno de los pueblos originarios.
Boric, al igual que Sichel, tiene la fuerza que otorga haber
sido validado en una elección primaria con una votación contundente, derrotando
a quien tenía todas las de ganar. Es el único de todos los candidatos que parte
con un piso de al menos un millón de votos. No obstante su juventud ha sabido
posicionarse, con madurez y realismo político, en representación de las fuerzas
que quieren dejar atrás el actual modelo económico y social imperante.
Artes, el candidato de la izquierda tradicional, histórica, quien
ya estuvo en la elección presidencial pasada al igual que Kast, tiene un
discurso clásico de denuncia sin capacidad propositiva con algún grado de
viabilidad. Representa a quienes están atrapados por su pasado y no se le ve posibilidad
alguna de pasar a la segunda vuelta.
Las candidaturas de MEO y Parisi son las más difíciles de
explicarse en términos políticos. Son como dos tiros al aire. Ya han sido
candidatos en elecciones pasadas y todo indica que sus presencias obedecen más
a intereses narcisistas y/o confiando en obtener una votación que les permita
negociar sus votos ante una eventual segunda vuelta. El caso de MEO es patético
por cuanto ya ha sido candidato presidencial en tres oportunidades, obteniendo
un 20% en la primera ocasión, un 10% en la segunda, y un escaso 5% en la
última. No obstante ello persiste, aún en desmedro de su propio partido, el
PRO, que con su postulación ve desmejoradas sus posibilidades en las elecciones
parlamentarias. A estas alturas del partido todo indica que su candidatura es
funcional a los intereses de la derecha.
Me gustó lo de los candidatos tiros al aire, de probable puro ímpetu narcisista. Nuestro sistema no tiene forma de filtrar este tipo de candidatos, donde yo incluyo a Artes. Saludos
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