septiembre 04, 2020

El mundo al revés

 

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Photo by Nigel Tadyanehondo on Unsplash

En Chile, las últimas semanas han estado marcadas por el paro de los camioneros, la reconversión de Lavín, la reaparición de Longueira y sus consecuencias. Todos estos hechos se expresan en un contexto de crisis sanitaria, económica, política y social a 50 años, medio siglo del triunfo de Salvador Allende y de su coalición, la Unidad Popular. Lo que más ha llamado la atención es la tolerancia del gobierno ante un paro en medio de la pandemia. 

El paro de los camioneros no solo puso de manifiesto el sesgo del gobierno, sino que además mostró su irresolución, y por lo mismo, la debilidad política en que se encuentra. Los camioneros se dieron el lujo de amenazar y bloquear las carreteras sin mayores consecuencias para ellos, pero sí para terceros. Y nos encontramos con el inédito panorama de una oposición exigiendo al gobierno la aplicación de las herramientas legales que la institucionalidad prevé para posibilitar el libre flujo vehicular. El gobierno, por el contrario, se resistió hasta el último minuto, estuvo disponible para el diálogo aún con las carreteras tomadas bajo el eufemismo de que no estaban tomadas, que tan solo estaban enlenteciendo el paso de los vehículos. Finalmente se traspasó la pelota al parlamento bajo control opositor, exigiendo la aprobación de 13 leyes planteadas por los camioneros.

Nada nuevo bajo el sol: zanahorias para los amigos, los camioneros, y palos para los enemigos, en este caso los mapuche a quienes se les acusa de incendiar camiones en su paso por la región de la Araucanía. Así como hace casi 50 años los camioneros, al mando de León Villarín, bloquearon el país, para doblarle la mano al gobierno, hoy lo hicieron bajo la conducción de Sergio Pérez. La diferencia está en que ahora el gobierno está en manos de la derecha, y por tanto, no es para derrocarlo, sino para exigirle orden y seguridad, el imperio del estado de derecho, la del colonizador sobre el colonizado, en la región más conflictiva del país: la Araucanía.

Todo esto en medio de una pandemia que tiene al país sumergido en cuarentenas que se decretan y levantan a nivel de comunas en función del comportamiento de indicadores que el común de los mortales desconoce y de las exigencias provenientes de distintos sectores para reanudar cuanto antes la actividad económica. Presiones que están llegando a su máximo esplendor en vísperas de las fiestas patrias.

¡¡Quién lo creería!! La oposición estudiando una acusación constitucional contra el ministro del interior, claro exponente de la vieja guardia del innombrable, por la no aplicación de la ley frente a los camioneros, y un gobierno que afirma haber buscado resolver el conflicto por la vía del diálogo sin recurrir a medidas extremas que le franquea la ley. En el pasado, todo era al revés. El centro y la izquierda apelando al diálogo para resolver los conflictos en el sur, y una oposición de derecha exigiendo la aplicación de todo el peso de la ley. El mundo al revés. ¿De qué depende? ¿De quiénes son nuestros amigos y adversarios?

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