mayo 07, 2020

La nueva normalidad

Photo by Everton Vila on Unsplash
A raíz del virus que está infectando al país y al mundo, han surgido distintas expresiones, tales como “la nueva normalidad”, “retorno seguro”, entre otros, para dar cuenta de la necesidad de retomar cuanto antes el nivel de actividad precovid19.

Desde el lado sanitario se pone énfasis en la necesidad de desarrollar una serie de acciones orientadas al mantenimiento de una vigilancia epidemiológica y la aplicación masiva de tests diagnósticos, entre otras, con el propósito de controlar y/o suavizar las olas pandémicas que sigan a esta en la que nos encontramos. Al menos hasta que se encuentre la vacuna que la neutralice el covid19, que no pocos pronostican que se logrará de acá a fines del presente año.

Desde el lado económico la preocupación gira en torno a la recuperación de la actividad económica-productiva. Medio mundo está parado con consecuencias desastrosas. Ninguna de las generaciones vivas ha tenido un nivel de incertidumbre como la que hoy nos embarga y que nos atraviesa a todos. Unos más que otros, nadie está a salvo de sufrir lo que se nos viene.

En este contexto ¿qué se entiende por nueva normalidad? En general se asume que la nueva normalidad es la preexistente hasta la llegada del covid19 con un mayor nivel de preocupación sanitaria, con una revisión de los sistemas de salud imperantes, junto con una reanudación de la máquina económica-financiera-productiva.

Mi percepción es otra. La nueva normalidad no puede ser la que existió hasta antes del covid19, con algunos retoques o apretadas de tuercas. De ser así nos estaríamos farreando la oportunidad que nos brinda la pandemia de levantar la mirada, de abrir espacio a una verdadera una nueva normalidad.

En el ámbito económico los economistas tradicionales especulan en torno a los escenarios que se plantean en términos de letras (U, V, W y L). La primera (U) supone que solo después de un buen tiempo, se recuperará el nivel de actividad precovid19; la segunda (V) asume que una vez superada la emergencia, la recuperación será rápida; la tercera (W) postula que si bien vendrá pronto una recuperación, ella sería seguida por una nueva caída del quehacer productivo, para luego recuperarse hasta alcanzar los niveles esperados. La última alternativa (L) es sostenida por quienes estiman que el estancamiento llegó para quedarse, que no habrá recuperación alguna, o bien, que la recuperación será extremadamente lenta. Por ello, esta opción está asociada a la depresión, en tanto que todas las otras se relacionan con la recesión.

La mayoría de los economistas, que podríamos motejar como “realistas” en la materia, parece estimar que lo que ocurrirá tendrá forma de U, V o W, y una minoría, que el país y/o el mundo, se comportará como una L. Los optimistas son quienes postulan la V: que tendremos una pronta recuperación, como que acá no ha pasado nada. Y los pesimistas serían quienes creen en la L, que no habrá recuperación ni en el corto ni mediano plazo.

Lo interesante es que en todos los casos se piensa “dentro de la caja”, esto es, si volvemos al mundo en que vivíamos con todas sus características positivas y negativas. Se asume que el mundo es como es, que nuestros comportamientos son como son, que no tenemos vuelta. Estimo imprescindible, y la oportunidad está para “salir de la caja”. Es preciso pensar de otro modo, en una nueva economía que se aleje de la tesis del crecimiento permanente basado en la ocupación de recursos no renovables.

Estamos actuando como aquella familia que se está comiendo su capital. ¿Qué hará cuando se le acabe? La nueva normalidad está “fuera de la caja”. Algunas pistas están dadas en mis últimas columnas y muy probablemente también en las próximas.

1 comentario:

  1. Por costumbre la mayoría van a querer volver a sus condiciones de normalidad y otros van a considerar la conjuntura como oportunidad de promover el cambio. El desafío de lograr un cambio histórico significativo va a depender de las condiciones de posibilidades, de una visión de orden social viable y convincente, y de un liderazgo inteligente, racional y responsable que da confianza.

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