diciembre 09, 2019

¿Qué pasó? ¿Qué pasará?

Con motivo del estallido social que se ha prolongado ya por más de un mes y medio, Lucía Santa Cruz, factótum de una derecha conservadora, se explayó en el diario El Mercurio bajo el mismo encabezado de esta columna (6 de noviembre de 2019). Allí afirma que desde un tiempo ha venido insistiendo en torno a 7 puntos sobre los cuales me permito compartir algunas reflexiones a partir de una invitación de una prima muy querida.

a)la fragilidad de nuestra democracia;

Me pregunto: cuándo ha habido democracia en el más pleno sentido de la palabra, al menos en Chile? La verdad que nuestra democracia está al debe en muchos sentidos. Si bien se ha extendido el derecho a voto, no ha sido gracias a mujeres como Lucía, sino que muy por el contrario, ha sido una conquista que ha costado sangre, sudor y lágrimas. Por otra parte el voto ha sido distorsionado en distintas etapas dela historia política por la indebida intromisión del dinero, ya sea vía compra de los votos en tiempos de latifundios, ya sea por la magnitud de recursos financieros de que disponen la distintas fuerzas políticas. Por lo demás, la independencia de los distintos poderes del Estado característicos en una democracia, ha dejado bastante que desear en varios pasajes de la vida política nacional. La fuente de la fragilidad, qué duda cabe, reside en la desigualdad social imperante y la concentración de recursos económicos en una élite que le permite controlarlo todo.

b)la pérdida de los consensos fundamentales;

Me pregunto ¿cuándo han existido? ¿A qué le llama consenso fundamental? ¿A aquellos acuerdos impuestos a punta de bayonetas? ¿A aquellos celebrados bajo cuerda después del triunfo del NO en el 88 y antes de las elecciones presidenciales del 89? ¿Con el dictador gobernando un año más a pesar de ser derrotado sin apelaciones con todo el viento a su favor? ¿con el dictador cautelando “la transición democrática” desde la comandancia en jefe del ejército para evitar que se desbocara el caballo, esto es, la democracia? ¿el dictador devenido en demócrata? ¿y luego, sin pisar tierra, deviene el senador vitalicio para asegurarse fuero y no ser juzgado por crímenes de guerra? No hay tal pérdida de consensos fundamentales porque nunca han existido. Para que existan es imperativo que estemos sentados en una misma mesa en igualdad de condiciones, sin armas ni dineros bajo ni sobre la mesa.

c)la legitimación de la violencia para resolver las diferencias, y la complicidad con ella de actores supuestamente democráticos;

Me pregunto: ¿Qué dijo Lucía cuando el palacio de La Moneda ardió en llamas en 1973 cuando fue asaltado y bombardeado? Ahora viene a espantarse, y pero no la he escuchado decir ni pío en tiempos realmente violentos, cuando se torturaba en silencio, cuando se exiliaba, se desaparecía, se perseguía sin piedad a quienes no pensaban lo mismo que la derecha que aupó a las FFAA para que actuaran. Ahora, con ocasión del estallido social hacen lo mismo, solo que las FFAA de ahora quieren manos libres, no quieren ser juzgados por crímenes de guerra ni terminar en Punta Peuco. Porqué la violencia de las evasiones, de las colusiones, de los fraudes no se castiga con cárcel, sino que con clases de ética o pagando con los millones defraudados? Porqué Lucía no nos habla de la violencia partera de la violencia física que estamos viviendo estos días? De esta violencia Lucía no nos habla, hace la vista gorda.

d)la gradual erosión del prestigio de todas las instituciones del país por razones objetivas, pero también en virtud del asedio deliberado en contra de ellas;

Me pregunto: ¿quién ha estado erosionando el prestigio de las instituciones y las asedia deliberadamente? El prestigio de las instituciones se erosiona cuando ellas incumplen los deberes para las cuales fueron creadas, y su asedio proviene de aquellos sectores que promueven tales incumplimientos. En tiempos del innombrable, el poder judicial se convirtió en sucursal del poder ejecutivo controlado por las FFAA. Mientras se vulneraban los DDHH la Corte Suprema de Justicia, renunció a su rol cautelar mirando al techo. En tiempos del innombrable, el poder legislativo estuvo constituido por los cuatro comandantes en jefe de las distintas ramas de las FFAA y Carabineros. Y en la actualidad, con un poder político supuestamente democrático, pero que en la práctica está bajo el alero del poder económico concentrado en pocas familias cuyos delitos son excarcelables, no cabe duda que el prestigio de las instituciones está por el suelo.

e)la precariedad de un Estado de derecho incapaz de hacer valer la ley en La Araucanía o en el Instituto Nacional;

Me pregunto: ¿Qué dijo Lucía cuando el Estado de derecho fue arrasado en los 17 años del innombrable? ¿Acaso imperó entonces el estado de derecho? Impera el estado de derecho cuando te cobran intereses usureros? Cuando te fuerzan a endeudarte con sueldos irrisorios? ¿Cuándo estás forzado a aceptar lo inaceptable? ¿Cuándo se discute hasta la saciedad para subir el sueldo mínimo o la pensión básica por unos míseros pesos, mientras al mismo tiempo los parlamentarios se suben las dietas en millones de un minuto a otro? O cuando se aprueban gastos reservados millonarios para las FFAA?

f)el menoscabo de valores como la tolerancia, el pluralismo y la legitimidad de los acuerdos

Me pregunto: ¿Qué entiende Lucía por tolerancia? Aquella de los peones, de los obreros, a quienes se les pagaba su trabajo en las haciendas y minas con fichas para que compraran en los boliches, tiendas de los mismos dueños de tales haciendas y minas? No fueron los conservadores los que encabezaron la rebelión para terminar con el sistema de inquilinaje y opresión reinante. ¿Cuántos pagaron con sus vidas para terminar con este sistema laboral impuesto por una casta, la misma casta a la que pertenece Lucía? ¿De qué pluralismo nos habla Lucía? ¿El de la derecha social, liberal, conservadora? ¿El pluralismo entre iguales? ¿El de los decentes? ¿Qué entiende por decencia? ¿La de quienes vulneran una y otra vez los DDHH? ¿La de quienes quieren imponer el orden, su orden, a como dé lugar?

g)la ausencia de un grado mínimo de amistad cívica para que los adversarios no sean enemigos a ser destruidos.

Me pregunto:¿Qué entiende por la legitimidad de los acuerdos? ¿la der los acuerdos cocinados entre cuatro paredes? ¿la de los acuerdos entre los cuatro miembros de la junta militar? ¿la de los acuerdos entre conspicuos? ¿la de los acuerdos “impuestos” con pistolas al pecho o con dinero sobre, o bajo la mesa? La legitimidad de los acuerdos está dada por ser entre iguales, de cara a la gente, con todas las cartas sobre la mesa.

Con todo, concuerdo con Lucía, aunque mis motivos son diametralmente opuestos. En efecto, comparto que nuestra democracia es frágil porque está capturada por el nuevo dios imperante: el vil dinero que la corroe. Discrepo con Lucía respecto de la pérdida de los consensos fundamentales dado que ellos nunca han existido, y cuando han existido han sido de mentira, forzados, no voluntarios, impuestos, contra la voluntad popular.

Coincido con Lucía que se ha legitimado la violencia, pero yo hago referencia a otra violencia, la de los saqueos de las ISAPRES, de las AFPs, de los bancos y un largo etcétera. No intento minimizar ni validar la violencia de estos días, sino que por el contrario, procuro colocarla en su justa dimensión, en su globalidad, en forma no reduccionista.

Coincido en la precariedad del estado de derecho, no de ahora, sino que de siempre. Siempre ha sido precario para proteger los intereses de los más débiles. El estado de derecho, al igual que las FFAA son creaciones para proteger los intereses de los de arriba, en circunstancias que su razón de ser se asume que es al contrario: debe existir para defensa de los más débiles, no los más fuertes.

Coincido en que hay menoscabo de valores como la tolerancia, el pluralismo y la legitimidad de los acuerdos. No solo ahora, sino que siempre. Nunca hemos podido sentarnos en una misma mesa de igual a igual. El día en que sea posible, otro gallo cantará.

En síntesis:
Qué pasó? Pues todo lo que menciona Lucía se nos ha recordado como consecuencia de la explosión social.

Qué pasará? Todo depende de si nos tomamos en serio lo ocurrido, si somos capaces de sentarnos en una misma mesa, mirándonos a las caras, sin dinero ni armas en la mesa ni por debajo de ella; si somos capaces de tratarnos de igual a igual, sin discriminarnos, sin imposiciones, sin engañarnos. De lo contrario tendremos más temprano que tarde, una nueva erupción. Esto es como los terremotos, cuando la tierra se agita para liberar energía acumulada; mientras más energía se acumula, más fuerte el próximo terremoto.

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