Argentina logró sobrevivir y pasar a octavos de final. Lo hizo raspando, a duras penas, sufriendo. Un país exportador de jugadores de primera categoría ad portas de quedar fuera. Ni siquiera en su último partido ante Nigeria se puede afirmar que jugó como se espera de ella.
No obstante hay que reconocer que logró lo que se veía esquivo, pasar a la siguiente ronda. Su destino parecía asemejarse al de Alemania, quedar fuera. Sin embargo, un golazo en los últimos minutos logró impedirlo.
Su máxima figura, Messi, qué duda cabe, no logró estar a la altura de lo que se espera de él. Una lástima, porque guste o no, el equipo gira en torno a él, depende de él, pone todas sus fichas en él. Entre Messi y Maradona, me quedo con Messi, porque más allá de los logros futbolísticos de uno u otro, también importa la persona. Messi no es histriónico, no es vedette, es un artesano, que juega, que no busca su protagonismo. Simplemente no se le han dado las cosas con la camiseta albiceleste. Por eso fue tan importante el golazo que logró convertir ante Nigeria y que abrió la ruta. De allí su agradecimiento al que está arriba. Con ese gol se sacó un peso de encima, como para insuflar un nuevo ánimo a toda la selección.
México, Brasil, Uruguay y Argentina ya han pasado la primera valla, y muy probablemente también Colombia. Con todos los honores, Uruguay; Brasil, especulando; México, sorprendiendo; y Argentina a duras penas. Ahora viene otra fase, la del todo o nada, la de vida o muerte. De todos, el que se ve mejor aspectado es Uruguay, pero ojo, nadie puede cantar victoria antes de tiempo. Los partidos hay que jugarlos.
Este mundial está deparando muchas sorpresas, de las que hay mucho que conversar. Los chicos se han agrandado, y los grandes se han empequeñecido.
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