En mi última columna di cuenta del camino al desarrollo seguido por Inglaterra. En esta ocasión lo haré en torno a los Estados Unidos de Norteamérica (USA) dado que se tiende a pensar que allá son los campeones del neoliberalismo, de la libre competencia, de la no intervención estatal. Mal que mal en USA están los próceres provenientes de la Escuela de Chicago bajo la dirección de Milton Friedmann. Tales próceres, entre los que destacan no pocos chilenos, se encargaron de distribuir la “verdad revelada” en materias económicas al mundo entero.
Sin embargo, es preciso recalcar que no obstante que el neoliberalismo nace en USA, a lo largo de casi toda su existencia, allá se practica lo contrario. Y no será porque sean estúpidos, sino que por el contrario. La historia económica de USA se caracteriza por la práctica de un desembozado intervencionismo estatal. Incluso ha sido llamado el país madre y bastión del intervencionismo moderno, particularmente para el desarrollo de sus bases industriales. IBM no habría sido nunca IBM sin el apoyo estatal. Lo mismo que con muchas de sus principales industrias. Para qué hablar de su industria armamentista.
Antes de su independencia, cuando era una colonia de Inglaterra, ésta le prohibía que produjera manufacturas con alto valor agregado, para evitar su competencia. Cuando USA se independizó, muchos de quienes eran partidarios del libre comercio, percatándose de las desventajosas condiciones en que se encontraban, se convirtieron en defensores de un intervencionismo estatal que fuese capaz de sentar las bases industriales que les permitiera acceder al desarrollo y estar en condiciones de competir.
Desde entonces, hasta el término de la segunda guerra mundial los sucesivos gobiernos de USA, tanto republicanos como demócratas implementaron activas políticas de intervención estatal en las más diversas esferas. De hecho, por más de 100 años la tasa arancelaria para importar productos manufacturados fue uno de los más altos del mundo. Este “apoyo”, junto a la de los altos costos de transporte en esos tiempos, dotó a la economía norteamericana de una protección que hizo posible su desarrollo industrial para alcanzar a ser una potencia sin contrapeso mundial. Recién una vez asentado su dominio, después de 1945, una vez finalizada la segunda guerra mundial, USA decide liberalizar su comercio y a transformarse en el nuevo campeón del libre comercio.
La irrupción de los japoneses, de los tigres del sudeste asiático y del gigante chino, todos apoyados por fuertes estados protectores de una base industrial sólida, a punta de aranceles, de espionajes industriales, de envío de sus estudiantes a las mejores universidades del mundo, otorgando incentivos para que industrias extranjeras se instalen en sus suelos afectó la competitividad de la industria norteamericana. Y para resolverlo ¿Qué hace USA? Elige a Trump! Y qué hace Trump? ¿Profundiza el librecomercio? Muy por el contrario, lo rigidiza, lo bloquea, buscando el retorno de sus empresas instaladas en el extranjero.
Así es como nos encontramos hoy con la paradoja de que el país campeón de la libertad, de la competencia, aboga por el intervencionismo estatal, en tanto que China, bajo la dirección del partido comunista chino, se convierte en el representante del libre comercio. El mundo al revés.
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