A menos de una semana del discurso presidencial ante el Congreso Nacional con motivo de las glorias navales, a raíz de una persistente lluvia, el país quedó con el agua hasta el cuello.
En una entrevista televisiva, Piñera nos mostró un país que avanza, que progresa gracias a un gobierno que construye sobre roca, no sobre arena; un país que crece, mientras el mundo se estanca. En menos de una semana, unas lluvias que no tienen nada de espectaculares, que se repiten de tiempo en tiempo, desnudaron una vez más, nuestra realidad: nuestra fragilidad, nuestra desigualdad, nuestro estado de indefensión. Y los que más sufren frente a adversidades naturales y de las otras, las no naturales, como son los abusos, la libertad para elegir, son los más pobres, los que tienen menos, quienes tienen los trabajos más precarios.
Estas lluvias nos retratan de cuerpo entero, en especial, delatan las debilidades del modelo político, económico y social que tenemos, de libre mercado que pregona la libre competencia, pero no la practica, como el padre Gatica, porque lo que tenemos no son mercados competitivos ni transparentes, sino mercados oligopólicos, oscuros.
Las inundaciones que estamos viendo esta semana, son consecuencia de políticas cortoplacistas, del dominio sin contrapeso de inmobiliarias cuyas construcciones generan externalidades negativas que afloran en estas circunstancias. Todo esto, ante un Estado indefenso, con atribuciones cercenadas, y en caso de tenerlas, que no las ejerce, porque muchos de quienes hoy están a cargo de las instituciones públicas, son propietarios de las inmobiliarias y/o empresas constructoras. El ladrón detrás del juez, el gato cuidando la carnicería.
Todo esto da cuenta de los resultados de un modelo privatizador y depredador que lleva ya más de 30 años, manejado tanto por quienes lo instalaron –la dictadura-, luego por sus opositores –la Concertación-, y ahora, por los partidarios de la dictadura –la derecha actual en el gobierno-. El resultado es lo que tenemos. Con luces y sombras. Entre las luces destaca un sostenido crecimiento y una significativa reducción de la pobreza, y entre las sombras, la discriminación y una desigualdad que limita severamente nuestras posibilidades de desarrollo sustentable, real.
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